Marga Molina lleva desde el año 1995 dando clases en el Centro de Danza de Eivissa. Foto: M. TORRES

Quién le iba a decir a Marga Molina que aquel hombre llamado 'Antonio el bailarín', que un día se presentó a las puertas de la academia de baile donde ella estudiaba con 15 años de edad, la iba a escoger precisamente a ella para formar parte de la plantilla del Ballet Nacional. Pero pesar de todo, el sueño tardó un tiempo en cumplirse: «En un principio mi padre no me dejó porque era muy joven», recuerda riendo. Finalmente la joven madrileña se salió con la suya y no sólo pasó por el Ballet Nacional, sino por compañías de la talla de Lucía Real, Carmela Greco o el Ballet de Mª Rosa, llegando a compartir escenario con Joaquín Cortés y Antonio Canales, quien precisamente el próximo sábado presentará su espectáculo en Eivissa. «Tiene un duende increíble y mucha perseverancia en su trabajo. Ha conseguido crear su propio estilo», comenta Marga refiriéndose al artista y amigo suyo.

En la carrera profesional de esta bailaora de rasgos latinos hay un antes y un después de la llegada de la maternidad. Marga reconoce que cuando eligió ser madre renunció a otras muchas cosas. «Tengo compañeros que continuaron y se hicieron famosos, pero yo decidí dejarlo y venirme a Eivissa y estoy muy contenta de lo que he conseguido, teniendo en cuenta que llegué aquí sin conocer a nadie», afirma. Y es que en estos nueve años ha formado la 'Compañía de Flamenco Marga Molina', con varios grupos de bailarines a su cargo, y además enseña baile español en el Centro de danza de Eivissa, junto a Marisol Roig-Francolí. «Tuve mucha suerte al conocerla, con ella me complemento a la perfección», apunta.

Del flamenco destaca su «fuerza y flexibilidad que, frente a la mayor rigidez del clásico, le permiten «desmadrarse». Pese a todo, cree que es imprescindible para todo bailarín formarse en el baile clásico. «Hoy en día baila cualquiera, pero antes necesitabas una formación en clásico, español e incluso en bailes regionales», argumenta. «Es una pena que en Eivissa haya gente que esté marginando el flamenco; no hay un control sobre las academias y gente sin título se pone a enseñar», añade. Marga Molina cree que esto se debe a las características propias del baile español, que «no tiene una didáctica reglada como el clásico. Como solución preventiva la bailarina da un consejo: «Los padres deben concienciarse de dónde llevan a sus hijos, un cuerpo pequeño puede formarse mal si no le enseñan correctamente».