Romero, lavanda, pinos o higueras son algunos de los árboles y arbustos que los niños pudieron reconocer. Foto: V.F

Que la palabra etnobotánica conjuga el aspecto etnológico y el botánico y permite conocer las características de los árboles y los arbustos, es lo primero que hay que hacerles comprender a los alumnos que cada día visitan la exposición 'Etnobotánica a les Balears. Els arbres i arbusts al servei de l'home', que hasta el día 30 acoge el recinto de Sa Punta de es Molí, en Sant Antoni. Alumnos de todas las edades han podido visitar una curiosa muestra que hace un recorrido, tanto teórico como práctico, por diferentes especies de árboles y arbustos de Balears. Miradas de curiosidad y manos alzadas para responder a las preguntas de las monitoras Elena y María se sucedían entre los alumnos de 2º ciclo del Colegio Público de Santa Eulària que ayer se acercaron hasta este rincón de la villa de Portmany. «¿Cómo podemos averiguar la edad de un árbol?», les cuestionaba Elena. Y los niños, de 8 años de edad, con la lección bien aprendida tras la explicaciones, respondían acertadamente.

La exposición se ha organizado gracias a una colaboración entre la Fundació 'Sa Nostra', el Ayuntamiento de Sant Antoni y el GEN-GOB Eivissa. Precisamente Marià Marí, del GEN, explicaba lo idóneas que resultan las instalaciones de Sa Punta des Molí, con toda la vegetación que rodea el edificio y el molino, para conseguir que los niños se marchen de allí con nuevos conocimientos. «La mayoría de los pequeños llegan sin saber nada, aunque algunos profesores hacen un trabajo previo en clase y eso se nota. Incluso algunos vienen a visitar ellos primero la exposición», comenta Marià Marí. Romero, lavanda, pinos u olivos son algunos de los árboles y arbustos que los alumnos pudieron reconocer, tocar u oler con sus manos. Mientras, la otra parte del grupo escuchaba en el interior del edificio una explicación sobre el crecimiento de los árboles y un mensaje final: «Les transmitimos el prejuicio, para el ecosistema, de importar maderas tropicales», apuntaba Marí. El recorrido incluye una visita al molino, la sènia y el trull, un momento que los chavales esperan con ansiedad. Ayer el viento soplaba con una gran fuerza y los niños disfrutaron especialmente en el interior del molino, donde mientras la monitora se esforzaba con las explicaciones, se oía el intenso sonido del viento. Para los más pequeños la excursión terminó con un juego en el que aprendieron a fabricar esencia de romero.