Unas 64 propiedades, una treintena de casas habitadas, algunas de
ellas recién construidas, desaparecerán para convertirse en parte
del aeropuerto de Eivissa, según recoge el plan especial previsto
por Aeropuertos y Navegación Aérea (Aena) del Ministerio de
Fomento. Vecinos y propietarios de viviendas y terrenos afectados
anunciaron ayer que iniciarán una guerra contra esta obra, para
ellos «totalmente innecesaria» y «exagerada» que pretende «llevarse
por delante casi tres millones de metros cuadrados».
Crearán una plataforma vecinal, abierta a todos los ciudadanos,
asociaciones y partidos que estén de acuerdo con oponerse a las
obras y que ya apoyan el Pacte de Sant Josep, Esquerra Unida y el
Gen. Además, recogerán firmas y, sobre todo, no se callarán ante un
«atropello así», advierten. Hay que recordar que el dinero que
recibirán por el terreno expropiado podría oscilar entre los tres
euros y los 12 por metro cuadrado.
Su objetivo es conseguir que se pare o modifique sustancialmente
el proyecto, no sólo por el perjuicio directo a los vecinos sino
porque el fin del mismo es «ampliar a 7 millones de pasajeros el
tráfico», un volumen de personas que Eivissa «no puede asumir». Así
lo explicó ayer Diego Guillem, presidente de la Asociación de
Vecinos de Can Palleu, que junto con otros cuatro vecinos afectados
mostraron ayer a Ultima Hora Ibiza y Formentera
los terrenos y casas que desaparecerán, entre los que hay incluso
una parte de un sistema dunar. Guillem compró su terreno a unas 800
pesetas el m2 hace veinte años. Ahora puede que le paguen tres
euros por metro cuadrado. Vive con sus dos hijos y su mujer en la
casa desde 1996 y hasta había logrado con muchos ahorros su gran
sueño: tener un caballo.
Ahora todo se desvanece y la desilusión se palpa en su tono de
voz y su rostro al igual que en los de José, Josep y una pareja
joven que le acompañan en el recorrido por la zona. Estos últimos
acaban de terminar su casa, totalmente nueva y a la que se iba a
mudar en un mes. Ahora han comprobado en los planos que la
carretera que delimitará la ampliación del aeropuerto pasa sobre su
vivienda. «La gente está alarmada porque no puede afrontar la
compra de otra vivienda con lo que le van a pagar por lo
expropiado», dice el portavoz de los vecinos, que afirman, además,
que no saben nada de manera oficial y que hace poco que han
conocido que esta obra se va a llevar por delante sus casas.
José cuenta con un terreno de unos 12.000 m2 de los que parte
van a ser expropiados. «El dinero que dicen que pagan no dará ni
para comprar pañuelos para secarse las lágrimas», dice con ironía.
José trabaja en el aeropuerto y asegura que instalaciones actuales
son suficientes, «sólo que están muy mal aprovechadas; falla la
organización». Josep Riera, por su parte, cuenta con una casa y un
buen terreno en la actualidad. Con la expropiación perderá buena
parte de sus tierras y la nueva carretera pasará a diez metros de
su hogar.
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