Los coches que habitualmente circulan por la avenida de España de Eivissa dejaron ayer paso a las bicicletas y los peatones. Foto: KIKE TABERNER

EUGENIO RODRIGUEZ Aunque fuera domingo, el asfalto de las calles del centro de Eivissa estuvo ayer más desierto que nunca con motivo de la celebración del Día sin coches. La Policía Local calculó que el tránsito de vehículos cayó en un 80 por ciento con relación al domingo pasado. Para ello, hizo dos mediciones (una por la mañana y otra por la tarde) en las vías de mayor densidad de tráfico.

Por la mañana en la avenida España se contaron 60 vehículos por hora (80 por la tarde), cuando el mismo día de hace una semana fueron 402 y 507. Asimismo, por la avenida Isidoro Macabich circularon 96 (384) y 128 (426), y 208 (1.048) y 324 (1.400) lo hicieron por la avenida Santa Eulària.

Con el descenso del tráfico, también bajó consecuentemente la contaminación acústica. Para muestra un botón: el domingo pasado por la mañana el sonómetro midió 69'4 decibelios en la avenida España, mientras que ayer a la misma hora el aparato se detuvo en 53'4 decibelios. Esta fue la calle donde se detectó una mayor diferencia. Por la tarde, curiosamente, en Isidoro Macabich había más ruido que el domingo anterior, pese a que circulaban, según los cálculos de la Policía Local 298 vehículos menos. Esta anomalía quedó como una anécdota más de la jornada ecológica.

Números aparte, las estridencias del tráfico y los silbatos de los agentes de la Policía Local sólo se dejaron oír en las afueras del casco urbano, donde se montó un dispositivo para bloquear el paso a los vehículos hacia el interior de la ciudad, desde las 10 hasta las 20 horas. Sant Antoni hizo lo mismo desde las 11 hasta las 19 horas, aunque el coto restringido a los vehículos se limitaba a las calles más céntricas de la ciudad a partir del West End.

Si durante la mañana apenas hubo problemas para mantener el orden en el cinturón de ronda de Eivissa, por la tarde la cosa se complicó produciéndose largas retenciones de vehículos empeñados en entrar en la ciudad pese a la prohibición. Los agentes se cansaron de dar explicaciones durante todo el día a los montones de conductores que manejaban alguna excusa más o menos convincente para traspasar el cordón policial.