Cabezas que desaparecen, cuerpos que se abrasan y luego aparecen intactos, tigres que escuchan atentos al que debería ser su presa, acróbatas que se retuercen como si de goma se tratase, gatos amistosos, equilibristas que transportan con una mano 25 pisos de vasos y cebras sonrientes, componen un poco de lo que el circo Williams ofrecerá en la isla hasta el 8 de septiembre.

El espectáculo circense no es algo reciente, encandila desde antaño a los más pequeños y a algunos más mayores. El público muestra respuesta activa a todo lo que se cuece en el escenario, gritos de sorpresa, risas continuas y a destiempo, comentarios en voz alta de todo lo que se les presenta. La ingenuidad y la magia son las bases sobre las que se centra el espectáculo.

Domadoras, trapecistas, acróbatas, payasos y técnicos comienzan con los preparativos, queda tan solo una hora para que se de inicio a la función, algunos continúan ensayando y dando los últimos retoques a lo que será su actuación. Los acróbatas se retuercen practicando en el centro de la pequeña aldea de carabanas, que se construye con la misma facilidad con la que vuela sin dejar rastro.Y es que, aquellos que nacen en el circo no tienen nacionalidad ni frontera, no pertenecen a ningún sitio y a todos a la vez.