El conseller popular Pere Palau iba a tomar el vuelo Spanair
Madrid-Eivissa de las 21'40 horas del domingo. Decidió no hacerlo y
quedarse en la capital. El motivo es que el aparato salió de
Barajas cuatro horas después de lo previsto y llegó a Eivissa a las
02'30 horas de la noche de ayer. Al igual que él varias decenas de
pasajeros sufrieron la misma mala experiencia favorecida por la ya
clásica acumulación de tráfico que padece Barajas.
Buena parte del retraso se debió "según el gabinete de
Relaciones Públicas de la compañía" a que una de las azafatas del
vuelo enfermó y tuvo que ser sustituida cuando parte del pasaje
había embarcado. Vuelta a desembarcar, vuelta a esperar y más
denuncias en los mostradores de Spanair. Los pasajeros consultados
aseguran que recibieron todo tipo de excusas menos la indisposición
de la azafata. La odisea que sufrieron estos pasajeros no se limita
a esta compañía. Durante la noche del domingo y la madrugada de
ayer los retrasos medios en los vuelos (de Italia e Inglaterra
principalmente) fueron de una hora y media a dos horas en Eivissa
por un descenso de la capacidad de tráfico aéreo.
Lo más grave es que las complicaciones no acaban aquí. Los
pasajeros que llegaron de Madrid a las 02'30 horas de ayer, junto
con los ocupantes de otros vuelos demorados, se encontraron con que
en la parada del aeropuerto de Eivissa no hay un solo taxi y sí una
inmensa cola de turistas exhaustos. Miguel y Marta, una pareja de
residentes en Eivissa que viajaba en el vuelo de Madrid, tuvieron
la suerte de tener a un familiar a la espera de su intempestiva
llegada. La pregunta es: ¿Qué hace un turista en una situación
similar? Hay sólo dos opciones: esperar, lo que se convierte en
pesadilla, más si hay niños pequeños implicados o, lo más rápido,
recurrir a un taxi pirata. Y es que lejos de remitir esta práctica
está en alza.
Con las deficiencias del servicio actual de taxis oficiales los
«extraoficiales» tienen el trabajo en bandeja. Rafa, un residente
en Eivissa, contaba ayer a Ultima Hora Ibiza y
Formentera que se vio «casi obligado» a tomar un taxi pirata en
Sant Antoni para poder tomar un barco a tiempo. Lo peor de estas
historias de aviones y de taxis es que están a la orden del día. No
por ello dejan de ser denunciables.
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