E l pasado mes de julio el Ayuntamiento de Eivissa inauguró el nuevo Centro de Protección Animal de sa Coma, un lugar en el que los perros abandonados encuentran cobijo y reciben unos cuidados que sus dueños decidieron un día dejar de darles. Juan Escandell conduce este centro poniendo todo lo que puede de su parte, al igual que hace Pau Sala, quien le ayuda a cuidar de los 25 perros que en estos momentos tienen a su cargo.

La mecánica de trabajo es sencilla: a la mayoría de los animales los encuentran en la calle, a otros los abandonan en la misma puerta del centro y a veces son los mismos propietarios quienes acuden ante Juan o Pau para explicarles que no se pueden hacer cargo de su mascota. «El otro día vino una señora a dejar a su perro porque ladraba y molestaba a los vecinos; si hacía mucho ruido seguramente sería porque lo tenía atado», comenta Juan.

La política de este Centro de Protección pasa por evitar, en la medida de lo posible, los sacrificios; teóricamente en un plazo de 21 días ya se puede llevar a cabo la inmolación, pero aquí sólo son inevitables si el animal padece lesmaniosis. «Mientras tengamos espacio no sacrificaremos», afirma Juan. Entre los meses de junio y julio llegaron al centro de sa Coma 66 perros; de éstos, 12 fueron recogidos por la protectora DUO, siete los adoptaron, 22 fueron recogidos por sus propietarios y 25 permanecen allí todavía.

Hace alrededor de una semana una mujer se presentó en el centro con un cachorro mestizo y muy juguetón. Juan recuerda que la dueña argumentó que su piso era de alquiler y «no le permitían tener animales». Hoy, el perro comparte celda con otros tres cachorros. Los más jóvenes, serán adoptados muy pronto casi con total seguridad. Otros, como un mastín ya bastante mayor que vagabundeaba por las calles de Eivissa, lo tienen muy difícil. «Este perro es el más tranquilo, para una persona mayor sería perfecto, pero la gente prefiere los cachorros», apunta Juan. Lo curioso es que estos perros son conscientes de su situación y cuando un desconocido recorre las jaulas muestran su lado más cariñoso, como compitiendo por conseguir un dueño que les quiera.