Raimon Martínez de León trabaja en el hospital de Can Misses, en Eivissa, pero sus obligaciones profesionales no le impiden escaparse a menudo a la península para visitar a los que ya pueden considerarse allegados suyos: las fieras y las aves rapaces. En la isla ha participado en la Eivissa Medieval, encargándose de los halcones, y suele visitar la granja Can Dog, en Sant Llorenç, donde su amigo Pepe Aranda le dio desde el principio un voto de confianza, permitiéndole acceder a una jaula con dos pumas.

«Me dijo que entrase y al principio sentí un miedo atroz, pero poco a poco conseguí tener una comunicación con ellos. Vi a uno de los animales que venía hacia mí y Pepe me retó a darle un beso. Lo conseguí», recuerda.

«La clave de mi relación con los animales está en mis manos. Tengo un feeling especial con las fieras y las aves rapaces», asegura.
A pesar de la seguridad con la que este hombre se acerca a un jaguar o deja que un águila se pose en su brazo, Raimon Martínez es consciente del peligro que existe. «Es extraordinario estar cerca de un puma que puede dar saltos de hasta ocho metros, pero nunca hay que olvidar que son fieras y en un momento dado pueden atacar».