María Garcia Arbeu trabaja en la Residencia Reina Sofía desde hace 18 años. Foto: M.F.

Sor María García Arbeo cumplirá 92 años el próximo mes de septiembre y una charla con ella permite tomar conciencia de que la edad de cada persona depende del estado anímico interior y no de la fecha de cumpleaños. «Gracias a Dios tengo salud y ánimos». Con esas palabras inicia sor María una conversación que estará plagada de recuerdos precisos, de agradecimientos y de un amor por la vida que es raro encontrar. Nacida en Viana, en Navarra, en el año 1910, esta mujer, monja por vocación, lleva 18 años trabajando en la Residendcia Reina Sofía, en Eivissa.

Es feliz (una palabra que utiliza muy a menudo) cuidando cada día a los ancianos. Como ella misma dice, «necesito hacer algo por los demás, es algo con lo que disfruto; ya desde pequeña en las Hijas de la Caridad, veía a las hermanas y pensaba: ojalá fuera una de ellas». Reconoce que cuando la enviaron a la isla creyó que no conseguiría ser feliz. «Hasta entonces había estado 52 años en Gerona cuidando a los niños de un hospicio. Esa fue mi mejor juventud, me hicieron más feliz que a una madre. Pero una vez aquí y hecha la voluntad de Dios, estoy tan feliz como entonces», asegura.

Sor María no es abuela ni madre, pero los niños que dejó en Gerona debieron ser para ella como hijos, porque al hablar de esa época no puede evitar que la emoción le llene los ojos de lágrimas. Pero enseguida recupera su habitual sonrisa y prosigue con el relato de su vida. Cuenta que estando en Gerona comenzó la Guerra Civil. «Yo tenía 26 años y como nos sustituyeron en nuestro trabajo y no tenía familia en Catalunya, a mí y a otra monja nos acogieron en Mataró. Allí conseguimos ganarnos la vida y aunque no estuvimos en la carcel, poco faltó», comenta. Se acuerda exactamente del día en que se liberó Barcelona, el 26 de enero de 1938.

Sor María se levanta a las 6'00 y se acuesta sobre las 23'00 horas. «Estoy todo el día ocupada, al tanto del teléfono, de la puerta, de arreglar pequeños detalles, que si una cremallera, un ojal...Al comedor no voy tanto porque no me dejan ayudar a recoger. Me dejan hacer menos de lo que puedo», añade. La actualidad informativa le interesa mucho. «Me gusta estar informada, pero veo que el mundo esta muy mal y que va empeorando. Al ver ciertas cosas dan ganas de morirse.