Las obras de la variante de Santa Eulària, incluidas en el convenio
de carreteras firmado entre el Ministerio de Fomento y el Govern
balear, sufren un nuevo retraso, según confirmó el edil de
Urbanismo, Vicent Riera, debido a que la empresa constructora
prefiere traer de fuera la gravilla que se utilizará para realizar
el asfalto que cubrirá la última capa del pavimento. «Sólo queda
una fina capa de asfalto, pero la empresa constructora no quiere
utilizar la grava de Eivissa porque es una piedra con un alto
contenido de material calcáreo, muy soluble por el agua de las
lluvias», explicó Riera.
El inicio de las obras de la variante, que en principio tenían
que estar litas en un plazo máximo de 18 meses, ha sufrido
continuos retrasos. El proyecto también ha sufrido modificaciones
presupuestarias que han disparado el coste del proyecto.
El Consell de Govern acordó en verano destinar 756.000 euros
(126 millones de pesetas) para desmontar la antigua red de
saneamiento, instalar una nueva canalización y colocar pozos de
registro cada 30 metros y conexiones a las redes transversales de
la carretera. Los técnicos detectaron que la variante afectaba a
las redes de Telefónica y Gesa que se encontraban en medio de la
calzada y no podrían soportar el aumento de tráfico que
experimentará la nueva vía. Aparte de este imprevisto, los trabajos
ya se retrasaron a finales de 1999 debido a una serie de
modificaciones puntuales que se realizaron para evitar al máximo el
impacto de la nueva carretera y aprovechar las infraestructuras ya
existentes en la zona por donde transcurre el vial.
La nueva variante estará formada por tres rotondas y servirá
para unir el pueblo de Santa Eulària con el inicio de la carretera
PM 810 y con la PM 803, así como con el camino municipal. El nuevo
trazado tendrá una longitud de un kilómetro y medio y constará de
dos carriles de 3'50 metros de ancho cada uno.
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