La Comisión Europea informó ayer de que ha enviado a España dos
dictámenes "paso previo a una denuncia ante el Tribunal de Justicia
de las Comunidades Europeas" motivados por algunas de las prácticas
habituales en el procedimiento de entrega o renovación de las
tarjetas de residencia y las sanciones que aplica por infracción en
este ámbito. En total, dos cartas de advertencia, la primera porque
el Ejecutivo considera que las multas que España impone a los
ciudadanos de la UE por omisión de solicitud o renovación de su
tarjeta de residencia son «desproporcionadas» y «discriminatorias».
Según explicó el responsable de la Dirección General de Justicia
y Asuntos de Interior, Konstantinos Dimitriadis, el Ejecutivo
comunitario recibió quejas de periodistas alemanes y franceses
residentes en Eivissa que se vieron obligados a pagar hasta 600
euros (100.000 pesetas) por olvidar renovar su permiso de
residencia, mientras que un español debe pagar unas 50 pesetas por
mes de retraso en la renovación del carnet de identidad. «El país
puede imponer sanciones por no renovación pero no pueden ser
discriminatorias y se da el caso de que para los ciudadanos
europeos las multas pueden llegar en España hasta los 3.012 euros
(500.000 pesetas), lo que no es el caso para sus nacionales»,
indicó.
El segundo dictamen motivado se debe a que el Estado solicita
visados de residencia a las personas de países terceros familiares
de un europeo que se instala en España, antes de viajar a dicho
país. El problema fue denunciado por un alemán casado con una
norteamericana y un holandés casado con una colombiana, ambos con
residencia en España. Desde el punto de vista del derecho
comunitario, el visado de un familiar debe ser gratuito y casi
automático, con un máximo de 6 meses de plazo. Según la Comisión,
España usa el máximo y pido muchos papeles en principio
innecesarios. El Gobierno español cuenta con dos meses, a contar
desde el pasado 3 de abril, para responder a la Comisión y poner
fin a estas situaciones, que ya han sido advertidas con
anterioridad a las autoridades nacionales.
Si no responde de forma satisfactoria, la Comisión puede decidir
acudir a la Corte de Justicia europea. Junto con España, Bruselas
ha recriminado a Bélgica, a quien ha enviado una solicitud formal
para que modifique su práctica administrativa que consiste a no
tener en cuenta, en el marco de la aplicación de la directiva del
año 1990 sobre el derecho de residencia de los económicamente
inactivos, los recursos provenientes de una tercera persona,
especialmente si se trata de un pariente o un cónyuge no casado.
También se ha solicitado a las autoridades belgas que modifiquen la
legislación por la cual envía cartas de expulsión a los ciudadanos
europeos que no hayan regularizado su situación correctamente.
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