«Si se ve a través de un árbol, eso significa que no necesita ser podado» sentencia Pep Roselló, técnico del consell de agricultura de la Generalitat valenciana, al comienzo de la clase práctica sobre poda de naranjos. Uno se sitúa ante el árbol en cuestión, observa su estructura (ramas principales) y determina si existe algún error en la misma. «En el caso concreto de Eivissa, normalmente no se necesita más que una poda ligera. Esto se debe a que tradicionalmente se ha realizado siempre una poda muy alta para aprovechar mejor el suelo y sembrar en él», aclara este especialista en agricultura ecológica.

Una vez se ha observado la estructura, es muy importante fijarse en la producción horizontal (ramas secundarias) y en su espesor. «Cuando salen demasiadas ramas de producción de la estructura hay que cortar. Uno debe situarse en el interior del árbol, mirar hacia la copa y fijarse en la cantidad de luz que traspasa. A partir de ahí se puede decidir, pero siempre anticipándose a los resultados, tratando de imaginar el hueco que quedará», continúa explicando Roselló.

Entre interrupciones de los 15 alumnos, todos ellos armados con tijera y sierra, Pep Roselló da una última pauta. «El siguiente paso será el de cortar, en este caso con la tijera, las ramas envejecidas y secas », aclara. Por supuesto, hay otros muchos consejos, como el de que los cortes deben ser muy rasos a la madera antigua y con una ligera inclinación para evitar que la lluvia se estanque. En definitiva, es recomendable podar los naranjos una vez al año, cuando pasa el riesgo de heladas y antes de que comience el verano.

Aunque entre los alumnos hay mucha variedad, desde el aficionado hasta el que se dedica profesionalmente a la agricultura, este año destaca el hecho de que ha aumentado considerablemente el número de pageses. Un incremento que pone de relevancia el creciente interés que existe en torno a la agricultura ecológica. Antonio Ribas lleva trece años dedicándose al cultivo intensivo, pero ahora se plantea dar el salto a esta agricultura. «Es que está claro, el futuro es de la agricultura ecológica», afirma. Una agricultura que, según Roselló, en Eivissa tiene un gran potencial. «Es más, en Europa y en España es uno de los sectores que más ha crecido en los últimos años y el interés aumenta tras los últimos escándalos alimenticios que hemos vivido», concluye.