Blancos, grises o amarillos, de dos y cuatro puertas, con y sin
capota, deportivos y clásicos, más o menos cuidados, todos
distintos pero todos iguales. Los cerca de sesenta 600 de la marca
Seat, casi no hace falta recordarlo, que ayer transitaron por las
carreteras de Eivissa provocaron para muchos de los curiosos que se
acercaron a admirarlos una vuelta a un pasado no muy lejano. La
nostálgica jornada comenzó con una vuelta de 70 kilómetros por las
carreteras de la isla en la que estos utilitarios de los años
sesenta demostraron que todavía tienen sus motores a punto.
La vuelta, a la que le acompañó el buen tiempo, finalizó en
Eivissa. Un repertorio musical de bocinas anunciaba la llegada de
estos símbolos de la España ye-ye por las calles de la ciudad. La
vuelta tenía su llegada en el aparcamiento de la calle Murcia donde
los pilotos, algunos de ellos más jóvenes que sus propios coches,
deleitaron al público presente con unas pruebas de habilidad. Sobre
el asfalto del párking se pudieron comprobar las evoluciones y
peripecias de modelos tan antiguos como el Seat 600 N, fabricado en
1956, o el lujoso Seat 600 L, con techo interior tapizado y
salpicadero acolchado. También los había con destacados
equipamientos deportivos y otros más clásicos y destartalados, pero
cada uno de ellos con su particular historia detrás.
Esta reunión, la primera que se realiza en las Pitiüses con este
modelo de coche, reunió a vehículos llegados de Sevilla, Bilbao,
Elche o Mallorca. Cada vez son más habituales este tipo de
reuniones, como lo demuestra el hecho de que este mismo fin de
semana también había otra concentración en Palencia.
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