Casas particulares, bares, restaurantes, discotecas, plantas de hormigonado... Nosotros vamos donde no hay agua corriente o a sitios que tienen agua pero es salada. Nuestro servicio es como el de un taxi pero en lugar de transportar personas llevamos agua y contamos con la desventaja de que tenemos que acceder hasta lugares difíciles y zonas con viviendas sin numerar, calles sin nombre y muchas veces tienes que adivinar el lugar de destino con los planos y explicaciones que te da el cliente», explica Pepe Torres, un experto chofer de camión cisterna que lleva casi 20 años trabajando como transportista de agua, un artículo que con el paso de los años y su escasez se ha convertido en un auténtico lujo en las Pitiüses.

Al igual que Pepe, el resto de sus compañeros de Transportes Joan Bufí conoce los secretos de un trabajo que en cuestión de semanas comenzará a funcionar al cien por cien y celebrarán al volante el Día Internacional del Agua. «En invierno hacemos muy pocos servicios, principalmente para domicilios y consumo doméstico, pero en verano la cosa se dispara», resume Pepe mientras conduce camino de Cap Martinet para llenar el depósito de un particular. Durante el trayecto explica que las cubas de los camiones las llenan en distintos pozos ajenos, comprando el agua, o de la propia empresa, distribuidos en distintas zonas de la isla.

«Hay pozos en Santa Eulària, en Can Guasch, Sant Josep cerca de Cova Santa, el del Fariseu en Sant Rafel y en Cala Llonga. Ahora no tenemos que hacer cola para llenar la cisterna y cubrimos los encargos muy rápido, pero en verano como el consumo se dispara y el tráfico también, la cosa va más lenta. Muchas veces, cuando no hay agua, me he visto obligado a acudir a tres pozos diferentes para llenar la cubeta», revela el chófer de un camión que cuya cisterna recoge 11.000 litros.

«Éste es un trabajo muy entretenido que te permite ir a zonas de la isla que de otra manera no irías», comenta Pepe mientras espera que se vacíe la cisterna, proceso que dura aproximadamente 15 minutos. Sensibilizado con el tema de la escasez del agua, Pepe compara la situación y presión a la que se ven sometidos los yacimientos acuíferos con una esponja: «El nivel de los pozos va bajando porque cada vez los estrujamos más. Así que no se puede despilfarrar tanto porque el agua escasea cada vez más».