Un ejemplo de utilitarismo basado en talar un árbol para salvar la vida de cien. Esa es la esencia de la campaña desplegada por los agentes del Ibanat en los bosques de las Pitiüses para evitar que ante la eventualidad del peligro de un incendio éste se propague con facilidad. Una brigada trabajaba ayer por la mañana en la carretera de Corona, en la que según avanzaban dejaban un rastro de troncos y ramas dispuestas en montones para que un camión completara su trabajo al llevarse la mercancía. Las cunetas limpias de maleza y la existencia suficiente entre cada margen de la calzada para que unas eventuales llamas no pudieran continuar su rimo devastador.
«Trabajamos 20 metros a cada lado de la carretera con el objetivo de retirar la maleza y talar los árboles que puedan ser foco de riesgo para la propagación rápida de un incendio. En esta carretera limpiaremos siete hectáreas de terreno». Así explicaba ayer uno de los ocho agentes desplazados a ese punto orográfico de la isla la labor que despliegan desde la semana pasada. Otros tantos están en el municipio de Sant Joan de Labritja y cinco terminaron ayer mismo los trabajos en la zona de ses Fontanelles. Todos van equipados con trajes especiales que les protegen de los golpes que puedan recibir con alguna rama y máscaras. El resto lo hace la sierra mecánica que emplean tanto para cortar los árboles como para despiezarlos después con el fin de lograr un mejor almacenamiento. Los mismos efectivos ayudaron en el temporal de noviembre a retirar los troncos más pesados que habían caído fruto del impulso del viento.
Con todo, en la campaña de 2002 notan que el bosque está bastante más desorganizado: «Cada año toca revisar una zona, que a su vez queda arreglada por un periodo de tres a cinco años, en función de la cantidad de vegetación de cada área. Este año, especialmente por el municipio de Sant Joan, hemos encontrado muchos árboles caídos a consecuencia del temporal de noviembre. La tarea es más complicada; además antes de retirarlos queda por saber si son de particulares...», comenta el agente del Ibanat.
En breve emprenderán también la campaña para evitar la plaga de la procesionaria, una oruga que aprovecha el mal estado del terreno para convertirse en un parásito depredador. Si los árboles están cerca de algún incendio antiguo o son jóvenes corren más peligro de ser 'invadidos' por este bicho. Un ingeniero del Ibanat asegura que en la presente campaña han notado la aparición de una plaga que va secando los árboles desde el tronco hacia la copa. Por el momento las brigadas se ocupan de siete de la mañana a dos de la tarde de cortar los troncos que molestan y de retirar la maleza. «Aquí no es como en la península, donde se hacen cortafuegos en los montes llevándose todo por delante; nuestro trabajo consiste en aprovechar puntos como torrentes o carreteras para crear separaciones que impidan que el fuego cumpla su propósito de quemar las máximas hectáreas posibles», apunta el agente consultado.
Al llegar al punto kilométrico 9 de la carretera de Santa Agnès los ruidos de las motosierras indican que devoran a su paso centenares de ramas. Como si del sonido de varias motocicletas se tratara acometen su trabajo al ritmo que marcan los trabajadores, que no hablan entre ellos porque llevan unos cascos para no dañar sus tímpanos. Sin embargo, de vez en cuando se escucha el grito de «¡Cuidado con el árbol, que va a caer!». Instantáneamente, si éste se encuentra próximo de la carretera, los brigadas advierten del peligro al escaso tráfico de vehículos que circula por esta carretera del peligro. En unos minutos lo que era un árbol de unos cuantos metros de altura se ve reducido a pequeñas porciones de madera, que a su vez quedan almacenadas en la cuneta. Al terminar el tramo previsto, la próxima semana, un camión pasara a retirar las ramas acumuladas y se las llevará a una planta trituradora. Pasado un tiempo, se convertirán en abono. Este proceso se repite cada año por estas fechas para que en verano las llamas devoren menos árboles.
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