Entre 30 y 40 personas padecen riesgos de problemas cardiovasculares. Foto: KIKE TABERNER.

El hematólogo Javier Verches felicita el año nuevo a la enfermera Mercedes Fournier, del centro de salud de Formentera y, a continuación, pasa a revisar a los enfermos que toman Sintrom, un fármaco anticoagulante. Este gesto es el habitual entre el personal sanitario en estas fechas, aunque la peculiaridad en este caso es que la enfermera y los pacientes están en Formentera y el médico se encuentra en el hospital Can Misses. Los avances tecnológicos han logrado que con una conexión telefónica, dos pantallas de televisión y unos micrófonos, la distancia no sea un problema. Desde primeros de diciembre, se están realizando las consultas de telehematología y ayer se pudo comprobar que el sistema de videoconferencia funciona.

Después de subsanar los posibles fallos iniciales («¿me ve?», pregunta el médico; «sí, perfecto», contesta la enfermera desde Formentera), empieza la consulta. El médico cuenta con una pauta de los siete enfermos citados. V. F.R. es el primero de la lista. Sentado en una silla, mira atento a la pantalla donde el médico le somete a varias preguntas. «Con este sistema podemos hablar con el paciente. Sabes si acepta bien el fármaco o si toma otro medicamento», afirma María Udina, jefa del Servicio de Hematología de Can Misses, que sigue atenta el proceso.

Los pacientes que toman Sintrom se pinchan cada miércoles en Formentera. A partir de las dos de la tarde, el especialista conversa con los enfermos con más problemas para hacer el seguimiento. «Esta medicación tiene muchas interacciones con otros fármacos y hay que saber si toman otros o la dosis necesaria. Es muy necesario hablar con el paciente para saber cómo se ha de pautar», precisa Udina. Antes era el médico de Formentera quien tenía el contacto con los pacientes.

Si había un problema, llamaba al especialista al hospital, pero ya no hay intermediarios. «Con los pacientes de Formentera te quedabas un poco intranquilo, pero ahora estamos muy contentos porque hablamos con ellos». El manejo de las nuevas tecnologías supone algunas dificultades por la falta de práctica, pero Udina es rotunda: «Hay que aprender y practicar. No creo que haya ningún problema».