El entusiasmo con el que los adjudicatarios de las viviendas de
promoción oficial de Can Misses conocieron ahora hace un año las
que iban a ser sus viviendas se ha tornado en decepción doce meses
después. La lista de conflictos es interminable. Durante el verano
varios propietarios alquilaron sus viviendas, una práctica
obviamente ilegal al tratarse de pisos de protección oficial. Los
tres propietarios que intentaron sacar provecho de las viviendas
han sido amonestados con la advertencia de que, si reinciden, serán
expulsados de sus viviendas durante tres años.
Pero el problema principal radica en la falta de respeto que ha
demostrado buena parte de la comunidad hacia el resto de
propietarios. Prácticamente la mitad de los vecinos «no tienen la
más mínima consideración con el resto de propietarios», denuncia el
presidente de la comunidad de vecinos, Vicente Ribas.
Los problemas de convivencia en el complejo se han ido
incrementado con el tiempo hasta el punto de que tanto el
presidente de la comunidad de vecinos como los otros responsables
de cada uno de los bloques se niegan a volver a repetir en su
cargo. «El 21 de enero habrá cambio de presidente y yo no me voy a
presentar», asegura, de manera tajante, Ribas.
Buena parte de los vecinos ya se están informando de los plazos
legales para poder desprenderse de las viviendas porque,
sencillamente, «no soportan vivir», según Ribas, en una comunidad
donde «no se respeta el silencio nocturno, ni las horas de descanso
de la tarde»; donde «muchos vecinos eluden pagar las facturas de
arreglos comunes en la comunidad» y otros se dedican «a romper,
dañar y ensuciar» los espacios comunes. «Esta comunidad de vecinos
no funcionará bien nunca», señala, pesimista y decepcionado, Ribas
.
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