«Lo más importante es dominar el avión y que el avión no te
domine». Esta fue una de las sentencias que se escucharon entre los
organizadores de la cita aérea de ayer en el aeropuerto de Eivissa.
Los socios del aeroclub se acercaron cada media hora por las
instalaciones para participar en los vuelos locales con controles
de regularidad organizados desde las 10 de la mañana. La avioneta
propiedad de la institución fue pilotada por catorce de sus
miembros, quienes tuvieron el aliciente de intentar recorrer el
trayecto propuesto en 13 minutos. El primer punto cronometrado se
localizó en Sant Josep de sa Talaia, el siguiente en Sant Antoni de
Portmany, después en Sant Rafel para regresar al aeropuerto de
nuevo por el primer paso.
A los socios que no les correspondía volar les tocó desplazarse
hasta que llegara su turno a los puntos de cronometraje. A las
nueve de la mañana el edificio de Aviación Civil comenzó a erigirse
como el centro de operaciones. El presidente del aeroclub, Joan
Manils, se encargó de adquirir los cuatro cronómetros necesarios
para seguir la evolución de los pilotos y de explicar su
funcionamiento a los encargados de controlar el minutaje. Una vez
concluida la preparación y sincronizados los relojes, los dos
primeros aficionados se subieron en la avioneta -Piper Challenger
del año 1973 de cuatro plazas, 180 caballos, 4 horas y media de
autonomía y una velocidad de crucero de 210 kilómetros por hora-.
Fernando era el piloto y su ayudante, Eva. Antes de iniciar el
despegue era necesario comprobar los niveles de combustible,
aceite, el tacómetro, la tarjeta de navegación... No podía fallar
nada.
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