Anadie se le ocurriría montar un tobogán en las torres de la catedral de Zaragoza para que éstos desembocasen en la plaza del Pilar, sería un escándalo y, sin embargo, poca gente se queja si se deciden construir unas pistas de esquí en la ladera de un monte de los Pirineos», comentó ayer el profesor de Ecología Javier Benayas. «La gente tiene una gran conciencia de los valores culturales de su país o su pueblo, de los bienes patrimoniales, pero no tiene sensibilización por el paisaje que le rodea desde el punto de vista natural», añadió el experto en Educación Ambiental en el transcurso de la primera jornada del monográfico 'Vivim el paisatje', un curso organizado por la Obra Social de 'Sa Nostra' en colaboración con el Govern, que ha atraído en Eivissa a cuarenta personas, la mayoría de ellas docentes de Primaria y Secundaria, hasta el salón de actos de la extensión universitaria, lugar en el que se desarrolla este seminario que hoy finaliza.

Benayas, que imparte estas jornadas junto al biólogo del Centro Nacional de Educación Ambiental, Francisco Heras, explicó a los asistentes que su función como educadores ambientales es la de «hacer que la gente se identifique con su paisaje a través de elementos generales». Los flamencos, el águila pescadora, los almendros o las higueras son elementos con un importante valor paisajístico si se ven en conjunto, por eso este experto señaló a los asistentes que es importante buscar lugares que creen identidad. «No todos los elementos tienen el mismo valor paisajístico: hay unos que son más populares que otros y que tienen un valor paisajístico de patrimonio que hace necesario que se conserven como elementos identificativos», reveló.

A la hora de llevar a la práctica un programa educativo de educación ambiental en la que se muestra la importancia del paisaje y sus valores, Javier Benayas señaló a los asistentes al curso que lo más importante es «tener claro el mensaje que queremos transmitir a través de los elementos paisajísticios más importantes a tener en cuenta para conservar e integrar en el paisaje». Para ello el profesor aconsejó un análisis histórico de todos los elementos que conforman el paisaje para descubrir su tienen un valor cultural. La estimulación de los sentidos y el trabajo con instrumentos que faciliten datos sobre el entorno imperceptibles por la vía sensorial, fueron algunas de las técnicas recomendadas por Benayas a la hora de establecer las bases de un programa educativo. El curso continúa hoy con una práctica sobre el terreno.