Los últimos racimos de uva esperaban ser recolectados en Sa Cova. Foto: MARGA FERRER.

Visitar estos días el entorno de Sant Mateu d'Aubarca significa encontrarse de lleno con uno de los procesos que más tradición cuenta a sus espaldas: la vendimia. Las viñas se pueblan de familias y jornaleros que dedican gran parte del día a recoger los racimos que después servirán para rellenar las botellas etiquetadas con la distinción de Vinos de la Tierra. Joan Bonet, de la bodega Sa Cova, es uno de los implicados en esta tarea de recogida, en la cual se embarcó hace casi un mes, cuando las vides de la variedad destinada al vino blanco ya presentaban la madurez necesaria. Ultima Hora Ibiza y Formentera se acercó ayer por uno de sus terrenos para comprobar in situ las características de lo que ya se ha convertido en un arte.

«Cuando llega el mes de septiembre tienes que visitar las viñas cada tres o cuatro días y coger muestras ayuden a conocer su azúcar. Según sea éste, será recomendable cortar el racimo o no, todo está en función de si después se corresponderá con la gradación deseada para elaborar el vino». Joan Bonet explica uno de los pasos fundamentales antes de tomar la decisión de recoger la materia prima de los caldos. En su finca tiene uvas de las variedades tempranillo y monastrell. La jornada de ayer sirvió para comenzar la recogida de la segunda. La producción de 2001 es casi un cincuenta por ciento menor respecto a la de 2000, un aspecto en el que la sequía tiene mucho que decir. «La sequía ha continuado un año detrás de otro, lo que ha provocado que la planta pierda energía y con ella la cantidad de uvas que produce. Lo bueno es que cuando hay menos producción mejor es la calidad de la uva». La cosecha de este año está calificada como excelente, por lo que el descenso de kilogramos recogidos -de 30.000 a 17.000 en un año- va a ser recompensado por una buena añada de caldos.

Las fuertes lluvias caídas en los últimos días no han afectado a las vides, aunque han retrasado el momento de la vendimia. «Tardas más en recoger, pero no han hecho ningún daño. Habrían aportado incluso más beneficios si hubieran caído en mayo. Pero no le puedes pedir al tiempo cuando deseas que llueva. Lo mejor es que no hemos sufrido las consecuencias de ninguna granizada», señala Juan Bonet. Atrás han quedado los trabajos desarrollados en los meses de invierno -como las tareas de abono y arado-, primavera -un nuevo arado de las viñas a menos profundidad- y la desparasitación de las vides.

En las viñas de Sa Cova trabajaban ayer siete personas, todas ellas equipadas con tijeras o con el tradicional podet -cuchillo pequeño que corta los racimos-. El día comenzó con amenaza de lluvia, lo que habría imposibilitado la tarea de recogida, pero finalmente el cielo encapotada se abrió para satisfacción de los trabajadores. Y es que la vendimia tiene una connotación tan tradicional porque las nuevas tecnologías no tienen cabida en el proceso. «Todo se recoge a mano hasta que se van llenando las cajas, que albergan una capacidad de unos 15 a 17 kilogramos», matiza el responsable de las bodegas Sa Cova.