Los habitantes de la zona de Jesús han preparado a conciencia durante una semana el Domingo de Ramos que se celebra hoy y que da inicio a la Semana Santa. Desde el pasado lunes y hasta última hora de la tarde de ayer las palmas que adornarán la iglesia y que los fieles pasearán en la procesión fueron arregladas para que, un año más, luzcan en el acto religioso festivo de hoy. La tradición de preparar las palmas de este día en Jesús se remonta a hace más de cuarenta años. Un pretexto para la reunión improvisada y para el intercambio de impresiones entre vecinos, ya que muchos de ellos sólo coinciden en estas fechas, en el centro parroquial que acoge el taller popular de palmas.

«Uno de estos días algunos vecinos comentaban que habían estado deseando que llegara la Semana Santa porque era sinónimo de encuentro entre personas que no se ven el resto del año y que lo hacen ahora con el pretexto de la elaboración de las palmas». Así explica uno de los motivos que dan sentido a unas reuniones de las que surgen los elementos vegetales que se lucen el Domingo de Ramos Toni María, segundo obrero de la parroquia de Jesús. El proceso comenzó el sábado de la semana pasada cuando se cortaron las palmas. El lunes se iniciaron los trabajos. Los hombres cortaban los tallos de las palmas y los ataban, mientras que las mujeres se encargaban de retocarlas y de los ornamentos. Así fue hasta el sábado por la noche para los que se juntaron en el centro parroquial, ya que algunos, las personas mayores sobre todo, prefirieron hacer el trabajo en casa.

Al finalizar la sesión de cada día, sobre las once de la noche, los participantes aportaban alguna vianda para reponer fuerzas. Se prolongaban así estas reuniones hasta la medianoche, impulsadas por los sabores tan propios del vi pagès, la sobrasada o el queso. En una semana los fabricantes de las palmas de Semana Santa han tomado, como asegura el propio Toni Marí, 50 litros de vino y se han comido 3 jamones. Una muestra más de las ventajas que tiene el participar en un acto cultural como este.

«Nos lo hemos pasado muy bien, es mucho trabajo pero también es una fiesta de la que ha participado gente de todas las edades», comenta el obrero de la parroquia. Seis días de tareas intensivas que se han traducido finalmente en más de 400 palmas. Y es que, como apunta Toni Marí, «para la gente del pueblo sobran, pero así tenemos para que los que vengan de otras parroquias puedan contar también con unas palmas muy bonitas que ya son conocidas en toda la isla».