Vista general del certamen, inaugurado ayer en el paseo de Vara de Rey. Foto: K.TABERNER.

La 'XVIII Plaça d'Art' quedó inaugurada ayer por la tarde en el paseo de Vara de Rey. El acto llamó la atención de numerosos curiosos que se convirtieron en los primeros en visitar los 24 stands que componen una feria caracterizada por la presentación de productos elaborados a mano, asunto que ha sido destacado en el cartel anunciador de la presente edición, compuesto a base de manos de colores que indican el instrumento primordial de trabajo del artesano. El ball pagès sirvió para abrir un certamen que permanecerá instalado en el lugar hasta el próximo día 17.

La presencia institucional también fue numerosa. Allí estuvieron Pilar Costa -presidenta del Consell-, Josep Maria Costa -conseller de Interior del Govern-, Josep Marí Ribas -conseller de Turisme i Economia del Consell-, Vicent Tur -vicepresidente de la institución insular-, Maurici Cuesta -regidor de Turismo en el Ayuntamiento- y Antonio Marqués -presidente de la Pimeef-, entre otros. Todos ellos asistieron al espectáculo folklórico y al finalizar el mismo emprendieron a la vez un recorrido por las instalaciones temporales de la feria. En el mismo comprobaron las nuevas tendencias que se ajustan a la mano de obra tradicional en bisutería, complementos, juegos, gastronomía y otros artículos de decoración eminentemente artesanales.

La representación foránea se ubica en cinco stands. Artesanos procedentes de Àvila, Madrid, Asturias, Barcelona y Guadalajara que ponen en común sus producciones con la de los pitiusos. Una manera de asumir nuevos conceptos cercana al intercambio cultural. Los visitantes comprobaron las evoluciones de la primera de las demostraciones en vivo que un taller acogerá a lo largo de todos los días que durará la muestra. Un artesano elaboraba colgantes en barro réplica de una imagen original púnica. El hecho de ser observado por varios ojos atentos no alteró el transcurso paciente de su trabajo. Algunos de los asistentes solicitaban que explicara cómo hacía, a lo que el artesano accedió sin réplica alguna y sin perder el ritmo.

Al terminar el recorrido los políticos abandonaron la instalación y la dejaron en manos de sus protagonistas. Una edición que colabora, un año más, a mantener la costumbre de los oficios de toda la vida: el uso de las manos para fabricar los productos.