Antes de terminar sus estudios de Ingeniería Industrial en la Universidad Politécnica de Cataluña como especialista mecánico de máquinas, el ibicenco Francisco Funes tenía que presentar un proyecto de final de carrera. Para que se ajustara a la rama que había elegido dentro de esta disciplina, solicitó una beca a la planta de montaje de Volkswagen en Pamplona donde, tras concedérsela, se instaló desde octubre de 1995 hasta abril de 1996.

Fue allí donde se planteó instalar un mecanismo introductor de una silla de ruedas plegada en el modelo Polo de la marca alemana. Por este motivo ya ha ganado dos premios: en 1997 el Colegio de Ingenieros Industriales de Cataluña le concedió uno y ahora el de Balears -que entrega sus galardones cada cinco años- le acaba de entregar otro en la modalidad de innovación y creatividad tecnológica. Francisco Funes hoy tiene 28 años y trabaja como técnico en el Consell Insular d'Eivissa i Formentera.

"¿Cómo llegó a pensar en un mecanismo tan complejo y concreto a la vez?
" Cuando llegué a Pamplona sabía que estaba allí porque me habían concedido una beca en la Volkswagen y que tenía que sacar provecho de ello. Entonces estudié con mis amigos qué tipo de mecanismos se podrían instalar en un coche de dimensiones reducidas y pensé en los discapacitados y el problema que tienen con las sillas de ruedas a la hora de meterse en el coche.

" Pero, ¿por qué en el modelo Polo y no en otro?
"Al ser de dimensiones reducidas luego será fácil exportarlo a otro tipo de vehículo, sólo habría que cambiar los anclajes de la barra. El único requisito es que el coche tenga cinco puertas y que el asiento trasero sea abatible sin que por ello quede inutilizado del todo el espacio, que quede una parte útil. Los mecanismos existentes ahora sólo se acoplan a modelos más amplios, como el Toledo o el Passat y son muy costosos; el mío cuesta menos y es más sencillo.

"¿Qué diferencias presenta respecto a los que se han incorporado a las berlinas que ha indicado?
"Los que existen superan el millón de pesetas y son demasiado espectaculares, se apoyan en un brazo guía que requiere un modelo de silla de ruedas concreto. El que yo diseñé cuesta unas 600.000 pesetas y es universal, sirve para cualquier silla. Emplea materiales básicos y recurre a elementos de mecánica básicos que permiten un uso accesible para cualquiera.