Ala cuida de «Peter», que cada mes come dos conejos vivos, por encargo de un amigo suyo. Foto: M. FERRER.

Alan, de origen londinense, lleva 16 años en Eivissa y desde que era muy pequeño ha cuidado serpientes de todo tipo. Por tal motivo se ofreció para custodiar a un ejemplar de boa de un amigo suyo inglés que sólo viene a Eivissa durante los meses de verano. El animal se llama Peter, tiene 2 años, pesa 30 kilos, mide 4 metros y acaba de ser motivo de polémica en Sant Antoni de Portmany por estar encerrada en un local vacío que se encuentra en las proximidades del colegio Santísima Trinidad. Alan ha querido explicar para Ultima Hora Ibiza y Formentera los motivos por los que piensa que esta serpiente no es peligrosa.

«La boa no es un animal peligroso, todo lo contrario. Cuando está en compañía se siente más a gusto y nunca ataca a los seres humanos. En el escaparate de la tienda se coloca durante el día porque necesita el calor del sol. Cuando el astro no la ilumina se mete en una caja con una piedra eléctrica que se encuentra a una temperatura permanente de 35 grados». Así explica Alan porqué la serpiente se encontraba en el escaparate del local cuando un escolar la vio y su madre denunció ante la policía el hecho.

Antes era una tienda de ropa propiedad del dueño de la serpiente, que cerró al terminar la temporada turística y le dejó a Alan el animal a su cuidado. Éste insiste en que «nadie conoce en Eivissa mucho sobre las serpientes. Enseguida la gente se asusta sin conocer su inofensividad. No es un animal para darle amor o para recibirlo de él, es muy interesado y frío, pero no es un asesino». Dentro de dos años Peter ya medirá 8 metros y pesará 60 kilos. Después ya no crecerá más, aunque vivirá cerca de 40 años. Pero, según explica Alan, «la boa cuanto más grande es más tranquila. Es un especie de serpiente muy mansa, que no se caracteriza por la agresividad». Su alimentación siempre ha de ser con seres vivos; la boa nunca come carne muerta. Por ello, Alan se encarga de invitarle dos veces al mes a dos suculentos conejos. Peter los traga gracias a un mecanismo que se encuentra en su boca que le permite dilatar los músculos hasta el extremo de meterse de un trago al conejo.