Los osados que participaron la pasada madrugada en la noche de Halloween tuvieron que recurrir a los fetiches típicos de esta noche de miedo. Las calabazas, calaveras y los útiles propios de las películas de terror causaron sensación una vez más.

Y es que estos motivos ,importados de la cultura anglosajona y del mundo de la farándula, se han convertido en una manera de olvidar la rutina del día a día cada año, en la madrugada del 31 de octubre al 1 de noviembre.

De endulzar la noche se encargaron los caramelos. El azúcar contrasta en Halloween con los disfraces de drácula, de fantasma o de hombres lobo. Pasar desapercibido fue posible por una vez para los que se atrevieron a ataviarse con una personalidad distinta.

La intención final, además de provocar situaciones de pánico, pasarlo bien. El pretexto, celebrar la noche de Halloween. Una fiesta que en principio se dirige a los niños pero a la que los adultos se muestran muy aficionados. Todo sea por haber pasado un buen rato.