Benirràs es uno de los enclaves de la isla en el que se dan cita cada verano hippies auténticos y amantes de la luna llena. La cita de la madrugada del pasado martes estaba motivada por la celebración del Día Internacional de los Tambores, conocido también como la fiesta de Tambores para la Paz, que se celebró también simultáneamente en numerosos puntos del globo especialmente sensibles con la armonía cósmica entre los seres humanos.

Mucha afluencia de público, por centenares, y que acudió y dejó la fiesta en oleadas a lo largo de toda la noche, y poca animación, fueron la nota dominante de esta reunión de tambores en la que paradójicamente apenas se congregaron percusionistas para amenizar la velada junto al mar y bajo el cielo estrellado. El público, básicamente juvenil, se instaló a lo largo de toda la playa de Benirràs desde primera hora de la noche y fueron curiosamente los grupos de mayor edad y con más fiestas de tambores a sus espaldas los que animaron el tinglado con sus tambores. Precisamente, para la mayoría de estas personas la fiesta, además de destacar la figura del tambor, llevaba aparejada la celebración de una fiesta de agradecimiento por la vida, el sol, el mar y todos los elementos naturales que nos rodean y que nos dan vida.

Para la numerosa legión de quinceañeros, veinteañeros y treintañeros la celebración no fue más que la excusa perfecta para reunirse en grupos de amigos para pasar la noche en la playa en torno a la luz de la hoguera o las velas y compartir confidencias, alcohol y algún que otro porro para hacer frente a una apática y fría fiesta en la que el público no pareció estar demasiado animado. Únicamente algún grupo de percusionistas espontáneos, repartidos por distintos puntos de la cala, y malabaristas, que realizaron numerosas incursiones jugando con el fuego y la expresión corporal, consiguieron arrancar del letargo por momentos a algunos de los asistentes, los menos, a esta fiesta de Benirràs.