Al requerir el primer rejón de muerte, la plaza hervía de entusiasmo. El toro, "Farruco", en una rapidísima pasada, tomó el flanco derecho de la jaca y ésta se dobló de remos y dio la vuelta de campana cayendo de lleno encima del jinete. Guardiola quedó exánime en la arena, estirado, con los brazos en cruz. Como si se estuviera escenificando una tragedia. En el graderío, súbitamente, se hizo un silencio trágico.

Fue la del veintiséis de agosto de 1960 una fecha que todos los aficionados al mundo del toreo recuerdan con pesar. La cámara de Planas captó el momento inicial de la tragedia, el instante preciso en que Uvetisto topa, en sesgada trayectoria, la jaca del rejoneador Salvador Guardiola. La imagen que les ofrecemos es posterior a la comentada. En ésta, Guardiola yacía ya casi sin vida en la arena del Coliseo Balear y la del óvalo, la tomó un par de minutos antes de serle topada la jaca que montaba.

Salvador Guardiola se rompió la base del cráneo. Pep Abrines, el médico de los toreros, dio el parte; fractura del frontal, del parietal izquierdo y del temporal izquierdo, con hemorragia cerebral. Falleció en la clínica Rotger a las siete de la tarde y a las dos menos cuarto de la madrugada fue trasladado su cadáver a Sevilla. Guardiola, «benefactor de los necesitados, dio su vida por la caridad», destinaba los beneficios de sus actuaciones en los ruedos a unas monjas muy pobres de Utrera.