«¿Me podría explicar cómo llegar al puerto de Marina Gorbachov?». Esta es la curiosa pregunta con la que una señora llamó a la oficina de información turística del Consell Insular (situada en el puerto de Eivissa), pero representa sólo una más entre las 42.820 consultas que sus dos empleadas atendieron durante el pasado año. Han recibido tantas preguntas (en 1998 la cifra se había situado en las 38.310) que reconocen que apenas han tenido tiempo de hacer recopilación de las cosas más divertidas que les han pasado.

La estadística con la que esta oficina ha cerrado el año pone de manifiesto que los más preguntones son los españoles. Acudieron 15.418 a pedir datos sobre hoteles, gastronomía, playas, monumentos o pueblos que son, en resumen, las cosas que más se suelen solicitar en este lugar. A continuación, los más numerosos fueron los ingleses (7.973) y tras ellos los franceses (5.685), los alemanes (4.625) y los italianos (2.080).

Algunos hacen bien en preguntar porque imaginen si no qué informes sobre Eivissa hubiera dado la Oficina de Información Turística española que llamó preguntado a qué distancia se encuentra el puerto de la estación de ferrocarriles. Otros, demuestran una confianza extrema en el personal del Consell Insular y solicitan la predicción meteorológica para el fin de semana en el que van a visitar la isla «porque no se fían de lo que dice el hombre del tiempo de la televisión».

Igual de confiado estaba el turista que preguntaba si era legal la marihuana en Eivissa y más aún el que afirmó estar en posesión de sustancias estupefacientes y solicitaba información sobre dónde podía venderla.

La oficina también ha atendido a más de un despistado: el que había dejado todo su equipaje en una pensión y no recordaba ni su nombre ni dónde se encontraba el establecimiento o al que quería localizar el Hotel Casablanca, que resultó ser el Hotel Cala Blanca.

Y, finalmente, estas dos empleadas, que en mayo recibieron por sorpresa a los 1.000 pasajeros de un crucero que tuvo que recalar en Eivissa por una avería, recibieron una carta de un profesor de piropos que les dijo «que estaban mejor hechas que una quiniela de catorce resultados».