Numerosos niños acudieron ayer a la espontánea clase práctica de Educación Vial que se ha instalado en el Paseo de Vara de Rey. Una lección cuyo inicio estaba previsto para el lunes y que debió postergarse con tan sólo una hora de desarrollo debido al fuerte viento reinante.

El montaje ideado para la ocasión, una réplica de la ciudad de Eivissa que incluía la fachada de Can Ventosa en miniatura, el Mercat Nou o Dalt Villa, se retiró para evitar posibles daños en los improvisados alumnos, aunque parte de las figuras ya habían sufrido anteriormente las consecuencias del temporal. Ello no deslució el recorrido ya que los carriles, indicaciones y luces, daban el significado pretendido al circuito.

Un monitor se encargaba de supervisar las aventuras de los más pequeños que coincidían en sus primeras experiencias con semáforos, señales y volantes. El miedo y la precaución inicial dejó paso a las carreras, aunque siempre dentro de los límites permitidos. Incluso los hubo que repitieron como Jesús o, en el extremo contrario, los que ni siquiera quisieron probar suerte ya que vieron como se desplomaba el escenario en la jornada anterior y se negaban entre lloros a montarse en los vehículos. Pero la mayoría lo pasó en grande. Thais incluso utilizó sus dotes de deportista para demostrar sus aptitudes en la conducción. Con tan sólo tres años hizo una demostración de lo que supone ser responsable como piloto.

El único requisito para participar era, tal y como recalcaba una de las voluntarias: «Que se llegue al freno». El resto era cuestión de paciencia: también aquí hubo que hacer frente a esperas, atascos y colisiones aunque, en contraste con lo que suele ocurrir en la vida real, las sonrisas solventaron los inconvenientes.