07/12/99 0:00
Christian tiene 22 años y reconoce haber sufrido algunos problemas con la policía por hacer lo que más le gusta: pintar graffitis en las paredes, actividad ésta a la que se dedica de manera más o menos profesional desde hace tres años. «La gente confunde los tac (firmas) con los graffitis; los primeros no tienen ninguna gracia, pero los segundos son, muchas veces, puro arte», dice. Razón no le falta, si se contemplan algunas de sus obras en la discoteca Privilege o en diversos establecimientos de Eivissa.
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