La presencia de los barcos de la Armada en cualquier puerto llama la atención de la gente, y más cuando son los pequeños quienes admiran boquiabiertos aquel mastodonte que se les ofrece ante sus ojos.

Ayer, continuando con una tradición militar seguida en las Pitiüses en los últimos años, la patrullera «Anaga» de la Armada española abrió sus puertas a los niños de la isla. Niños, niñas, profesores y padres se auparon a la bestia para recorrer el litoral hasta Santa Eulària y luego volver al puerto de Eivissa. Eran unas 60 criaturas, de entre 6 y 11 años, que provenían de media docena de escuelas de verano de distintos puntos de la isla.

Entre los centros participantes figuraban: la Escuela de verano del Club Marítimo de Eivissa, la guardería Sacapuntas, la Escuela de Oficios de sa Penya, el Centro de sa Miranda, el Colegio de Sant Ciriac, la Escuela de Verano de Santa Eulària, entre otras.

A medida que nos íbamos adentrando en la mar, los niños entusiasmados giraban sus miradas hacia la costa, pero no podían evitar quedarse sorprendidos por aquel bicho de 44 metros de eslora, 318 toneladas, portador de dos cañones y que se mueve a una velocidad máxima de 20 nudos (33 kilómetros por hora).

Disfrutaron como siempre habían soñado en alguna película de corte bélico. Siguieron las explicaciones de oficiales y suboficiales para terminar la travesía con bocadillos y refrescos -lo que ocasionó, eso sí, algún que otro susto vomitero y algunos mareos-.