La reina de las pistas de baile en los años ochenta, la musa de la música disco que revolucionó tantas y tantas discotecas, la voz que unió a aquellos jóvenes idealistas y melenudos de la colorida época comprometida eclipsó el jueves pasado la noche ibicenca. Los más de 2.000 asistentes al único concierto previsto en España, y organizado para la fiesta de la Vaca Asesina en Privilege, disfrutaron como nunca de la mítica Gloria Gaynor.

Envuelta en un elegante vestido negro, eso sí, con discretas lentejuelas, saltó al escenario convencida de tener al respetable en su bolsillo. Ya son más de treinta años dedicada a la música y no podía fallar.

No lo hizo. Pasaban las tres de la madrugada cuando se encendieron las luces rojas para dar paso a Gloria. Después de la actuación de las promesas Dulces y Saladas, cuatro chicas marcadas por la frescura del mestizaje y que han actuado ya junto a numerosas estrellas del pop internacional, apareció la vitalidad de la experiencia.

Gaynor repasó viejas glorias de la música como «Never can say goodbye», para acabar pletórica con su éxito inmortalizado en 1978: «I will survive».
Alemanes, ingleses, franceses, italianos y españoles dieron rienda suelta a sus cuerpos para seguir el ritmo de la música. Todo un espectáculo de primera que culminó con dos temas pasados por el filtro del más auténtico gospel norteamericano.