Llorenç Córdoba y Marga Prohens. | M. À. Cañellas

El escenario político balear y formenterés está ahora mismo en plena ebullición y con combinaciones endiabladas que, en otros momentos, no se hubieran podido imaginar. La ruptura de Vox con el PP da vía libre a la formación de Patricia de las Heras para ejercer una oposición muy probablemente contundente y, sobre todo, para obtener a cambio de su apoyo mucho más de lo previsto tras las elecciones de mayo de 2023. Todo ello a pesar de que la presidenta Prohens ha enviado un mensaje de «absoluta tranquilidad y de confianza» a los ciudadanos porque, ha añadido, el Govern podrá seguir «dando la cara» y trabajando, aunque sea en minoría.

A la vez, esta ruptura con los inmigrantes como argumento tiene como consecuencia que el Govern dependa aún más del controvertido diputado autonómico Llorenç Córdoba. Y es que el Govern está en minoría y, aunque con el voto de Córdoba no llega a la mayoría absoluta, todo suma. Llorenç Córdoba, a su vez, está a punto de ser sometido a una moción de censura en el Consell de Formentera, una institución prácticamente paralizada tras su desastrosa gestión de la crisis abierta por él mismo a finales del pasado mes de noviembre.

La orden de la dirección de Vox de romper con los gobiernos autonómicos del PP a causa del apoyo de este partido a la propuesta del PSOE para el reparto de inmigrantes menores no acompañados por toda España ha puesto en un brete al Govern de Prohens, que depende de los votos de la formación verde para sacar adelante su programa. En el Parlament, Vox tiene la presidencia de la Mesa de la Cámara autonómica y, a su vez, ha sufrido algunas crisis que se han saldado con el abandono del diputado por Menorca Xisco Cardona, que hoy forma parte del Grupo Mixto. Cardona comparte grupo con Córdoba, que es el único diputado por Formentera y que llegó al Parlament como candidato de Sa Unió. Expulsado de la coalición, Córdoba lleva meses como diputado no adscrito a ningún partido y, lo más grave, sin dar explicaciones a nadie sobre su trabajo en el Parlament. Al salir de Sa Unió, Córdoba dijo que seguiría respetando el acuerdo alcanzado entre la coalición y el PP balear para respaldar a Prohens como presidenta. Pero no se puede obviar que la gravísima crisis en el Consell de Formentera comenzó cuando Córdoba envió un misterioso mensaje a los medios diciendo, a finales de noviembre, que se planteaba dejar de apoyar «incondicionalmente» a Prohens. La versión oficial ofrecida por Córdoba pasaba por la necesidad de presionar al Govern para que cumpliera sus acuerdos con la isla. La versión real es que había buscado que el Govern le abonara un sobresueldo mensual con cargo a unos ficticios «fondos reservados» y la pretensión no había obtenido la respuesta esperada.

En este escenario, el Govern ha mostrado siempre su apoyo a Córdoba como presidente del Consell, apelando a lo institucional. En los peores momentos de la crisis insular, el Ejecutivo de Prohens no ha hecho el más mínimo gesto en contra de Córdoba. Incluso, el día en el que se anunció que el presidente del PP formenterés y conseller, José Alcaraz, dejaba su responsabilidad al frente del partido, la única reacción de la formación a nivel balear fue la de enviar un comunicado pidiendo calma y diálogo. El Govern, por su parte, mantenía un significativo silencio.

El mismo silencio que mantiene ahora, cuando Córdoba ha pretendido retorcer al máximo la ley e, incluso, modificar el reglamento del Consell para poder mantenerse a toda costa en el poder, aunque no tenga el respaldo de los 16 consellers que, junto a él, integran la Corporación insular. La pretensión de Córdoba de reconvertir el Consell en una diputación no ha merecido ni la más mínima atención, al menos en público, del Ejecutivo autonómico.

Lo que está claro es que Córdoba es clave para Prohens. Y que ahora, con el apoyo de Vox en el aire, su voto a favor del PP en el Parlament vale hoy mucho más de lo que valía hace unos días.

Mientras tanto, en el Consell de Formentera la moción de censura contra Córdoba está cada vez más cerca. Propuesta por GxF, cuenta con el apoyo seguro del PSOE. Compromís, por su parte, ha intentado que las negociaciones se lleven a cabo también con Sa Unió porque, de haber sido así, la moción sería ya una realidad y Córdoba no pasaría de un mal recuerdo. Pero ni Alejandra Ferrer ni Rafa Ramírez han aceptado negociar con el PP y para los de Javier Serra es imprescindible solventar de una vez por todas la parálisis en la que está inmersa la institución. De ahí que se dé ya por hecha la desaparición de la coalición y una nueva Corporación insular gobernada por un tripartito y con una oposición formada por Córdoba y cuatro consellers del PP.