Javier González Granado (Ourense, 1966), notario de Formentera y jurista, acaba de volver de la isla de La Palma (Canarias), donde el Consejo General del Notariado español ha montado tres notarías provisionales para atender a la ingente cantidad de familias que han perdido sus hogares o propiedades y que necesitan acreditar sus derechos en una nueva documentación. Además, González ha sido protagonista de una campaña denominada ‘Los notarios que dan la nota' del propio Consejo Notarial, por su afición a las carreras de larga distancia, a escribir relatos y novelas y ser un experto en criptomonedas.

—¿Cómo llega el notario de Formentera al voluntariado en la isla de La Palma?
—Parte de una iniciativa del Consejo General del Notariado que, a raíz de la erupción volcánica en el mes de noviembre, decide demarcar tres notarías provisionales para ayudar a los afectados en la labor de reconstrucción o de recuperación de la documentación que les permita acreditar cuáles son sus derechos en relación con una posible indemnización o de cara a una futura expropiación forzosa. Esto les permitirá acreditar que eran propietarios del terreno afectado, de las edificaciones y el estado en el que se encontraban.

—¿Las notarías de la isla de La Palma no habrían podido asumir todo este volumen sobrevenido de trabajo?
—De ninguna manera. Las notarías existentes siguen con su trabajo habitual y estas voluntarias se han demarcado con la única finalidad de atender a los afectados de esta situación tan concreta, y son provisionales.

—Todos hemos visto las terribles imágenes de las erupciones del volcán de La Palma, pero otra cosa debe ser verlo in situ, ponerle nombre y apellido a la tragedia.
—Realmente es sobrecogedor. El hecho físico de verlo sobre el terreno es realmente impactante: la masa, la cantidad de terreno afectado... También está la tragedia humana que ha quedado sepultada bajo todas esas toneladas de ceniza y lava. Es realmente sobrecogedor.

—¿Cómo han reaccionado los palmeros ante un fenómeno de esta magnitud?
—Ciertamente, me ha llamado la atención la serenidad con la que la gente de La Palma está afrontando esta tragedia. En un primer momento pensé que, después de tantos meses de erupciones y ante un fenómeno de unas dimensiones tan gigantescas e imparables, tenían ya amortizado el dolor. Pero creo que también tienen una fortaleza y un carácter especial que les permite llevar este desastre con un cierto sentido del humor. Así lo he percibido en muchas conversaciones en la notaría. Por ejemplo, cuando preguntas a alguien si es el propietario de una finca y te responde: «El propietario ahora mismo es el volcán». Me parece envidiable esa ironía ante la tragedia.

—¿Que le ha parecido la respuesta de las instituciones ante el desastre?
—Primero debemos entender que este ha sido un fenómeno que ha sobrepasado absolutamente a todo el mundo, autoridades incluidas. Desde el punto de vista legislativo se han tomado medidas importantes. Por ejemplo, a nivel urbanístico se va a permitir a los afectados construir o reconstruir las edificaciones en unas condiciones urbanísticas muy favorables, aunque la gente reclama que las ayudas lleguen de forma urgente, porque realmente son muy necesarias.

—¿Los palmeros son conscientes de que viven en un territorio amenazado permanentemente? La zona tiene una actividad volcánica demostrada.
—No sé hasta qué punto la gente estaba realmente al corriente de lo que tenían bajo sus pies antes de estas erupciones. Todos sabemos que las islas Canarias son de origen volcánico. Hay algunas en las que la actividad está extinguida, pero no es el caso de La Palma. En esta isla, el volcán está muy vivo, como se ha demostrado, y las probabilidades de que algo así vuelva a ocurrir son muy altas.

—Recientemente el Consejo General de la Notaría ha publicado un artículo titulado ‘Notarios que dan la nota', en el que retratan a diversos notarios de España por sus peculiaridades. Entre ellos aparece usted.
—Esto fue una campaña del Consejo para acercar un poco la imagen del notario a la sociedad. Buscaban perfiles que dieran la nota para bien. En mi caso, doy la nota por mi afición a las carreras de larga distancia, por el hecho de escribir relatos y por interesarme por ciertos aspectos de la tecnología relacionados con el derecho, la inteligencia artificial y criptomonedas. Eso les pareció que daba la nota.

—En Formentera es bien conocida su pasión a los maratones. Todos le hemos podido ver corriendo por playa y montaña. ¿Cuando y por qué se aficiona a este deporte?
—Pues movido por el ambiente que hay en Formentera por el mundo del running o del atletismo. Aquí celebramos una Media Maratón y el FART, que es una vuelta perimetral a la isla, y yo participé en las dos carreras antes de empezar a correr como voluntario. Cuando repartía los bocadillos en el faro o las bebidas en el mirador, pensaba que algún día quería estar del otro lado y así ha sido.

—Y usted no sólo escribe escrituras notariales. También le da forma a relatos muy interesantes.
—Yo siempre he escrito para mí relatos cortos y fragmentos inconexos hasta que decidí darle forma a todo y salieron estas seis más seis Formas de Morir en Formentera. Ahora estoy trabajando en una novela un poco más larga que a ver si a lo largo de este año o del que viene puede estar acabada.

—Todos sus relatos están ubicados en Formentera. ¿La novela también?
—Por supuesto. Es donde vivo, donde estoy, donde miro y es mi fuente. Hoy por hoy, me costaría mucho escribir algo ambientado exclusivamente fuera de Formentera.

—También es peculiar su pasión por las criptomonedas. ¿Que le llama la atención de esta materia?
—Tomo contacto por azar, cuando hace algunos años un cliente me pide que le elabore un informe fiscal sobre las consecuencias que podría tener para él cobrar unos alquileres turísticos en bitcóin. Yo desconocía esta posibilidad. Se había publicado muy poco en español sobre esta materia y me puse a investigar. Finalmente, realicé el dictamen con los elementos que encontré en aquel momento y a la hora de girar la factura, por pura curiosidad, el pago se hizo en bitcóin. Esas criptomonedas permanecieron perdidas en el ordenador durante un par de años hasta que un día en la televisión se habla del valor del bitcóin y, a partir de ahí, me pongo a estudiarlo no sólo desde un punto de vista legal, sino también técnico.

—¿Y que es el bitcóin?
—Es un protocolo informático y, como todos los protocolos, se trata de la transmisión segura de datos. Esta puede utilizarse como una transmisión de valor económico y en eso consiste básicamente. Tiene valor económico en el momento en el que inspira confianza.

—¿Hay grandes inversiones en criptomonedas?
—Se está moviendo muchísimo dinero es este sector. Hay grandes inversiones en criptomonedas.