Vicent Tur es el responsable de la Federación Hotelera de las Pitiusas en Formentera. | David Setbetes

Según datos de la Federació Hotelera de Formentera, en lo que va de temporada la isla ha experimentado una pequeña caída en la ocupación que se espera recuperar antes del fin de verano. En cuanto a la aparición de pintadas ‘turismofóbicas’ en Ibiza, desde la Federación se considera que son actos ejecutados más para llamar la atención que contra el turismo en sí.

—¿Cómo se mueve la ocupación en lo que va de temporada?
—Dentro de lo que es la oferta turística regulada, la temporada está comportándose más o menos como el año pasado. Hay muy poca diferencia, estamos hablando de una desviación de 1,35/1,36 puntos, que representaría una bajada de ocupación del 1,5, una cifra que no es significativa, ya que en cualquier momento se puede experimentar un repunte en septiembre u octubre y los datos en negativo cambiarían. No se puede hablar, por tanto, de descenso.

—Además, las cifras se comparan con las del 2016, un ejercicio de mucha ocupación.
—Así es, el año pasado experimentamos unas puntas muy elevadas y hubo una ocupación bastante buena. Claro que deseamos las mismas cifras, pero no por desear se va a cumplir. Ha habido varios factores que han condicionado, como una subida importante de precios.

—¿Por qué subir ahora los precios?
—Desde las primeras trazas de la crisis del 2007/2008 había habido una gran contención en los precios, cosa que impedía que hubiera más inversión y que todo se quedara un poco paralizado debido a las circunstancias del momento. Ahora llevamos unos años, a partir del 2014, que se imponen las ganas de renovar e invertir. Estas subidas de precio van destinadas a proporcionar más calidad y a financiar toda esta reforma de la planta hotelera que se está llevando a término.

—¿Se confía en revertir esta mínima bajada de ocupación con los datos de final de temporada?
—Los extremos siempre subirán porque estábamos a un nivel suficientemente bajo como para que sea imposible que desciendan. Aún así, tengamos en cuenta que la temporada baja en Formentera es más acentuada que en Ibiza, ya que la dificultad adicional que representa llegar a nuestra isla se convierte en una traba que en muchas ocasiones hace que la gente se lo piense a la hora de visitarnos. En temporada baja podemos llegar en algunos momentos a que el precio de la estancia sea más barato que el coste del viaje. Muchas veces, no es un problema de precios, sino de tiempo, disponibilidad e importe del viaje, ya que en octubre se cancelan la mayoría de conexiones que nos unen directamente con la Península, y es cuando realmente nos harían falta.

—La realidad, ahora en agosto, es que las Pitiusas están a rebosar y que se empieza a apreciar un cierto descontento con el turismo que, en Ibiza, se ha visto plasmado en la aparición de diversas pintadas. ¿Cree que esto se puede extrapolar a Formentera?
—Yo pienso que esto puede pasar en cualquier sitio. De hecho, aquí, años atrás, ya existían pintadas de Tourist go home! en el transformador que había yendo de Sa Roqueta hacia Ses Salines. La solución no es que vengan o se vayan los turistas, para los autores de las pintadas es una manera de tener presencia, de que hablen de ellos. Si hablasen de que no quieren que se cultiven más coles, quizá no estaríamos ahora mismo hablando del tema, pero como tocan el tema del turismo y es un tema sensible, y con mucha presencia a nivel de Balears y de Pitiusas, consiguen la repercusión que buscan. Uno puede manifestarse de la manera que crea conveniente, lo que pasa es que aquí sí que se tendría que pedir un poco de seriedad a esta gente y saber un poco de que se está hablando y conocer lo que es el turismo. Lo que ha pasado en Barcelona o en Palma con el colectivo ‘Arran’, ha hecho que pasaran de ser un grupo desconocido a ser portada en la prensa. De hecho, yo no los conocía y a partir de ahora ya sé que existen. Por lo tanto, si su objetivo era usar el turismo para darse a conocer, conmigo lo han conseguido.

—Aún así, no se ha de perder de vista que existe masificación y que se tendría que regular en algún sentido…
—Nosotros podemos tener la sensación de que es así. Vemos que hay mucha gente, pero la verdad es que no tenemos las competencias necesarias para aplicar las soluciones que desde Formentera se podrían dar. Tenemos que controlar lo que nos viene y tener estadísticas y datos antes de hacer una actuación directa, ya que cualquier actuación que se haga a ciegas puede ser contraproducente para el sector. Podemos encender una mecha que después no podamos parar y nos acabe explotando en las manos, cosa que dejaría mucho que decir sobre la profesionalidad de la gente que nos dedicamos al turismo en Formentera y de nuestro sentido común.

—¿Dónde se localiza el problema?
—Hablando del turismo como sector económico, y desde el prisma de la Federación Hotelera de Formentera, desde hace muchos años hemos tenido un crecimiento residual. De unas 9.000 plazas iniciales hemos pasado a unas 11.800. Más que plazas nuevas, estas son plazas que se regularizaron en aplicación de la ley del 2013 y de la disposición adicional transitoria número 4, normas que ayudaron a que se consolidara la industria y se produjera una modernización. El conflicto lo tenemos en las plazas extra hoteleras, plazas que hacen una comercialización turística pero que no están reguladas por la industria. Esto hace que sea muy difícil saber dónde hay que actuar y condiciona mucho la promoción de esta isla en los mercados a los que nos dirigimos. Si nosotros vamos de la mano, ofreciendo 5.000 o 6.000 plazas en un mercado determinado y mientras tanto otros ofrecen 20 mil plazas en otro mercado que no se controla, se produce una falta de cohesión en la promoción turística de Formentera.