Verse de higos a brevas da para unos cuantos meses (y estaciones). Otoño, invierno, primavera, meses de poca actividad para un árbol, la higuera, que se ha transformado en toda una insignia para el campo formenterer.
Le propongo un sencillo juego: sólo tiene que cerrar los ojos e imaginar el verano con un sol de justicia y el campo amarillo. Buscas cobijo, una sombra, un poco de alivio para la canícula y aparece la imagen de un árbol de hojas anchas, copa frondosa y extensión horizonte. Un solo tronco, muchos soportes, más según pasan los años y las ramas se van ensanchando buscando un límite que se puede extender metros y metros.
La higuera en Formentera, sobretodo ella y algún que otro algarrobo, ha sabido modelarse a las necesidades del pagès y beneficiarse también de un trato preferente: tú me das tu fruto y cobijas las cabras y las ovejas y yo, a cambio, encauzo tus ramas, tengo cuidado de tu salud y te doy forma para evitar que el traidor viento salí del norte te rompa cuando en invierno pereces esquelética a la espera de la resurrección primaveral. Un pacto de natura que consistía en estalonar las ramas del árbol a lo ancho, recortando las sobrantes para esclarecer y podando las ‘banderas' que crecen hacia arriba. Todo ello calculando la caída por peso de algunas de ellas aventurando, así, la sombra que proporcionará la higuera cuando vuelvan a brotar hojas y frutos e incluyendo en las matemáticas el peso que habrán de soportar los estalons y las perchas para no acabar cediendo ante la newtoniana necesidad gravitatoria de todo el ser vegetal. Toda una tradición que, aún y a pesar del globalizado mundo, continúa teniendo un significado en Formentera. Para evitar su caída en el olvido, y para mantener y recuperar el paisaje, para obtener nuevos y mejores frutos con los que agasajar a las visitas estivales, para todo ello, la Cooperativa del Camp de Formentera organiza este invierno y por segundo año consecutivo un curso de poda y estalonament de higueras coordinado por el técnico agrícola Andreu Vila. El curso cuenta tanto con clases teóricas como prácticas en las que una veintena de aplicados alumnos siguen las enseñanzas de Andreu y colaboran en la recuperación de diversos ejemplares sitos en algunos de los terrenos cedidos por sus dueños a la Cooperativa del Camp para que esta se haga cargo de su mantenimiento y mejora.
A lo largo de unas dos horas se puede apreciar la transformación que experimenta el árbol. Desde la llegada y análisis de la desangelada higuera hasta que se deja totalmente apuntalada y perchada con un par o tres de montoncitos de madera donde se agolpa el ramaje que se ha ido cortando, serrando con el xerrac e incluso con sierra mecánica cuando el grosor de la rama así lo exige. Es un trabajo ideal para un par o tres de personas donde cabe tener cierta fuerza, aunque la maña y el punto de vista estético tanto momentáneo como de futuro desempeñan también su grado de importancia. Si conseguimos cortar las ramas viejas o demasiado numerosas, eliminar las que apuntan hacia el cielo y levantar las demasiado caídas, así como mantener el equilibrio vertical/horizontal entre los estalons y las perchas de manera que el árbol podado resultante quede espaciado, con una separación de un metro y poco entre el suelo y las ramas y un perímetro más o menos regular, ya tenemos una higuera que con la llegada del buen tiempo nos proporcionará sombra y, según la variedad, brevas en junio y julio e higos en agosto, septiembre y octubre o sólo higos entre agosto y septiembre. Lo que es seguro es que será un árbol sano y con una sugerente sombra anti insolaciones estivales.
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