El techo del restaurante sa Punta, ubicado en el puerto de La Savina, salió volando, literalmente.

Sin duda, fue un día atípico en la isla. Y es que si hay algo por lo que siempre se ha distinguido Formentera es que en invierno «no pasa nada». Días enteros en los que ves «la vida pasar,». Hasta que pasa, y siempre por razones climatológicas. Hace tres años nevó, hace cuatro granizó y ayer por la mañana el viento huracanado prometía que estamparas tus huesos sobre el pavimento de la plaza de Sant Francesc. Eso sino salías volando .

Muchos transeúntes vivieron momentos en los que si no se hubiesen agarrado a una farola, hubieran caído al suelo - los pavimentos resbalaban como jabón - independientemente del calzado que llevaran. En medio del vendaval se escuchó a algún residente: «yo quería vivir en el Mediterráneo, pero si sigue así me voy a Cantabria que seguro es más barato».

Además, se derrumbó el techo del restaurante sa Punta de la Savina, sin que se haya registrado ningún herido en ninguno de estos accidentes.

Refugio

Cerca de las 12.00 horas el temporal arreció con fuerza y muchos se refugiaron en los escasos bares que permanecen abiertos en la «capital» de la isla. Mientras, los empleados arriaban los toldos porque literalmente, «se los llevaba el viento».

Durante buena parte de la jornada, resultó imposible conducir motos o bicicletas, que son los medios de transporte más comunes entre los trabajadores de la isla.

Además, los árboles se inclinaban mucho más de lo habitual, y alguno estuvo a punto de partirse, y más de un paraguas salió despedido.

Un día completamente desapacible en la Pitiusa del sur, en definitiva, que se podría repetir hoy mismo.