El atleta Juan Dual disputará el Ibiza Trail Maratón. | Arguiñe Escandón

La historia de Juan Dual es de las que emociona. Este joven valenciano tuvo que someterse a múltiples operaciones para que se le extirparan varias partes de su sistema digestivo como es el colon, el recto, el estómago y la vesícula biliar. La predisposición genética que existe en su familia de desarrollar tumores en el tubo digestivo obligaba a ello. Lejos de rendirse ante las adversidades médicas, Juan le dio un nuevo impulso a su vida. Estas operaciones le sirvieron como motivación para dar un giro a su vida sedentaria y emprender algunas experiencias deportivas extremas en diversas partes del mundo. Se convirtió en un apasionado del cicloturismo y carreras de larga distancia y de montaña.

Juan Dual está ahora en Ibiza con motivo de la celebración del Ibiza Trail Maratón Festival este mismo sábado. A su paso por la isla, aprovecha para realizar diferentes conferencias, tituladas Abrazando la vida, en las que transmite su historia de superación y su impulso para el deporte pese a las adversidades que puedan surgir. Una de ellas se celebró este martes por la tarde en el instituto IES Algarb ante decenas de alumnos de diferentes grados, tanto medio como superior. Y, antes de una de estas conferencias, charló con Periódico de Ibiza y Formentera.

—¿En qué momento le comunican la necesidad de operarte?
—A mí esto me lo dicen cuando tengo 13 años. Me es fácil lidiar con esto porque me he criado con ello toda la vida. Ahora estoy a punto de cumplir los 40, así que llevo casi 27 años sabiendo lo que me deparaba. Crecí sabiendo que entre el instituto y la universidad iba a tener que hacer un parón para quitarme el colon y el recto y seguir haciendo investigaciones para ver si, como finalmente sucedió tenían que quitarme el estómago y, de rebote, la vesícula biliar. Hace más años que vivo con ello que sin. La primera operación, cuando me quitaron el colon, fue con 19 años.

—El motivo fueron los antecedentes familiares, ¿verdad?
—Sí, tengo antecedentes de una enfermedad que se llama poliposis familiar múltiple, que hace que se desarrolle el cáncer en el tubo digestivo, especialmente en el colon y en el recto, pero puede salir en otros puntos. Se dan cuenta los médicos porque mi abuela y mis tíos habían fallecido por cáncer de colon. Entonces, investigaron a mi padre y le extirparon de manera preventiva y, cuando ya era un poco mayor, me hicieron los tests y me lo diagnosticaron. Es una enfermedad en la cual aparecen unos bultitos, que son pólipos, y que terminan desarrollándose como cáncer.

—¿Qué dificultades le supone en tu día a día esa falta de órganos?
—Yo no tengo estómago, colon, recto ni vesícula biliar. Se supone que a nivel de digestión tengo que comer con cuidado, cantidades muy pequeñas. Pero como normal, lo único que tengo que evitar es comer cosas con mucha fibra. Como muchas veces al día, pero en cantidades pequeñas y cosas que sean nutricionalmente densas.

Al no tener intestino grueso voy, como mínimo, siete veces al baño. Durante ocho meses, tras las operaciones, y para que todo cicatrizara como tocaba, estuve llevando una bolsa. Pero pasado ese tiempo me volvieron a abrir, me reconectaron por dentro, y ahora voy al baño como cualquier persona normal, pero más frecuentemente.

—¿Era deportista previamente a esas operaciones?
—Nada, en el colegio e instituto, lo justo. De hecho, antes de la cirugía del estómago yo pesaba 106 kilos. Tenía sobrepeso y seguramente cerca de la obesidad. Cuando me operaron y me quitaron el estómago, pasé a pesar 57 kilos. No podía ni caminar. Pero en ese momento reflexioné: no quería quedarme quieto. Poco a poco empecé a caminar y de ahí a trotar y, poco después, a correr. Lo siguiente fue empezar con la bici. Cada vez iba a más; llegué a hacer un viaje en bicicleta por Sudamérica visitando fundaciones y hospitales. Gracias a ello descubrí que, pese a que la vida sea una mierda, tenemos la capacidad de hacer cosas maravillosas.

—¿Cómo valoraban los médicos ese espíritu deportivo?
—Al principio me decían que no debería hacerlo. Pero llegó un momento en el cual los médicos se dieron cuenta de que, gracias a lo que estaba haciendo, podía ayudar a muchísima gente. Y eso es lo que estoy tratando de hacer.

—¿Cómo fueron esos primeros pasos en el deporte?
—Fueron muy duros. Tenía que regularme mucho con las comidas para tener energía suficiente. Mucha gente me decía que no debía hacerlo. Pero, con el tiempo, empecé a darme cuenta de que el no hacer caso a veces era positivo. Ahora lo tengo todo mucho más pautado y controlado. Llevo cinco años con un entrenador personal y me va mucho mejor.

—¿En qué tipos de eventos deportivos ha participado?
—Lo he hecho en eventos de prácticamente todo tipo, en un montón de sitios del mundo. Al final, es muy bonito compartir a través del deporte un estilo de vida. He hecho cosas de atletismo, de triatlón, de alpinismo...

—¿Qué le preguntan mayoritariamente los jóvenes cuando das charlas cómo estas?
—Hay una diferencia enorme cuando es una charla con adultos, como en una empresa, donde la gente es más cohibida. Los chavales tienen una curiosidad y unas ganas de aprender enorme. Te hacen preguntas de todo tipo. Los flujos de energía que se generan son muy potentes.

—¿Qué mensaje le gustaría transmitir a cualquier persona que esté viendo su situación como oscura por un motivo médico?
—Recordar siempre que tenemos la memoria muy corta y cuando tenemos una situación complicada, ya sea una enfermedad, un diagnóstico complicado, un problema familiar, se nos olvida muy rápido que hemos tenido situaciones muy complejas a lo largo de nuestra vida. Recordemos esas situaciones de donde venimos para superar esas cosas. Todos hemos pasado por situaciones muy complicadas y recordarnos que tenemos esas herramientas.

También es muy importante saber rodearte, pedir ayuda, y recibir apoyo. Recordar que no estamos solos; vivimos en sociedad. Rodearnos de la gente adecuada y juntar esas energías. Qué no nos dé miedo pedir ayuda. Yo paso por quirófano una vez al año, a lo que hay que sumarle ingresos por urgencia, controles, revisiones... Mi día a día es un no saber qué va a pasar mañana. Quizás mañana no te levantas. Podemos pensar que somos eternos, pero nada te garantiza que mañana vas a estar vivo. Yo he estado a punto de morirme tres veces. Y eso lo cuento porque cuando antes entiendes que te vas a morir, antes vas a apostar por aquello que te llene.