Una vez más los Reyes de Oriente nos encontraron sumidos en la tontería, menos mal que no valoran nuestra lista de prioridades a la hora de evaluar si somos dignos de un regalo o no. Mientras el 2017 era recibido con bombas, y no de pirotecnia, esta vez en una discoteca de Estambul y no de París, y tampoco se le dió demasiada importancia aunque solo habían pasado unos días desde el atentado en el mercadillo navideño alemán, en el reino de la tontería era más importante el vestido de Pedroche. Digo yo que la presentadora podrá ponerse lo que le de la gana, sólo faltaría, pero la cosa se enreda cuando pensamos en que quizás estar en «bañador» no era lo más óptimo para unas campanadas en la gélida noche madrileña... ¿Se imaginan a Chicote en bañador delante del reloj de Sol copa de cava en mano? Pero a la vez la que pasa o no frío es ella, asique no puede importarme menos lo que se ponga o lo que no, mejor dicho. Pero la sociedad seguramente haya dedicado mucho más tiempo, papel, tweets y estados a este vestido que al atentado. Unos días más tarde un admirador entregaba a Messi en el aeropuerto, con la ilusión que un niño espera a los Reyes la madrugada del 6 de enero, un muñeco del astro del fútbol vistiendo los colores del Barça destinado al hijo mayor del jugador. Y este gesto que Messi por el jetlag -volvía de pasar las fiestas en su Rosario natal- o por lo bizarro de la situación aceptó con el ceño fruncido me hizo pensar en que debemos estar un pelín mal de la cabeza o nuestra lista de prioridades no pasa por un buen momento... Ese niño debe tener, me alegro por él, miles de juguetes y millones de productos de merchandising del club donde su padre es dios, Papa Noel, Melchor, Gaspar, Baltasar y quien haga falta juntos. Una persona gastó dinero en algo que ese niño no necesitaba, ni le hacía ilusión y que quizás ni siquiera reciba mientras muchos otros se hacen la camiseta de la selección de su ídolo con una bolsa de basura.