Hay cuestiones que superan con creces la consideración de un simple problema a resolver. Hay un caso que sobre sale entre los numerosos problemas que están sufriendo nuestras islas; se trata de la dificultad para el acceso a una vivienda digna, que ya es sin duda un caso de emergencia social, laboral y empresarial. De no ser por la extrema gravedad de la situación, se podría pensar que es este un tema ya muy manido, pero la realidad es que precisamente por esa gravedad no es un problema que se pueda aparcar fácilmente.
Está claro que en democracia la diversidad de ideologías políticas es más que necesaria y es normal que en base a la misma, los planteamientos que se puedan hacer sobre un tema o cuestión sean diferentes. Ahora bien hay situaciones que requieren algo más. Cuando las distintas formas de ver un problema y sus posibles soluciones, se convierte más en un obstáculo que en el camino correcto para solventarlo; está claro que estamos ante algo que va más allá de derechas o izquierdas, de progresistas o conservadores. Cuando el problema deja de ser un elemento de debate y pasa a ser una cuestión de emergencia social, cabe aparcar las ideologías y tratarlo como una cuestión de estado en la que todos los partidos democráticos deben involucrarse para resolverlo.
Lo cierto es que desgraciadamente nunca ha ocurrido tal cosa en nuestras islas. Lo que en su momento fue un elemento novedoso, me refiero al primer pacto entre diversos partidos para conseguir conformar una mayoría de gobierno, ya ha quedado totalmente desfasado por las circunstancias y por la propia realidad que nos envuelve. Ahora se requiere que tanto los que gobiernan, como los que están en la oposición sean capaces de ver más allá de sus ideologías y de los intereses de sus propios programas de gobierno, para trabajar conjuntamente por aquello que altera la normal convivencia en nuestras islas.
El acceso a la vivienda es un problema tan grave, que requiere de la atención y la dedicación de todos. Hace falta altura de miras para enfocar debidamente el problema como una cuestión que está por encima de cualquier otra y, que por su gravedad, ya está afecta afectando a todos los sectores, el laboral, el empresarial y sobre todo el social. Esa altura de miras requiere aparcar los intereses particulares o de partido ya que el problema está por encima de los mismos.
El último pleno del Parlament Balear es un ejemplo más de la simpleza y de la ceguera con la que se trata la cuestión por parte de los políticos de un lado y del otro. El PP en el gobierno, se encierra en sus propuestas y tan solo se ha avenido a pactar con el sector progresista en una ocasión y fue debido a la necesidad de solventar una errónea y catastrófica votación a favor de unas vergonzosas enmiendas de Vox. En cuanto a la extrema derecha, no cabe esperar nada positivo de quien solo está para tumbar derechos y libertades.
La izquierda por su parte, tampoco da pasos encaminados a una necesaria negociación aparcando el posicionamiento contrario a todo lo que se propone desde la derecha. Parece mentira que no sean capaces todos de darse cuenta que para acabar con la grave situación, es necesario plantear una batería de propuestas que contenga ideas de ambos lados.
Es cierto que desde la derecha solo se aprueban medidas que favorecen a los propietarios, olvidándose de quienes se ven en la calle por no poder acceder a una vivienda. Pero no lo es menos que desde la izquierda solo se plantea la cuestión en base a las necesidades de quienes necesitan alquilar o comprar, dejando aparcados a los propietarios y vendedores. Hay que bajarse del burro definitivamente y optar por caminar todos juntos en beneficio del interés general, no de unos excluyendo a los otros. Las medidas aprobadas por la derecha por si solas, no van a reducir los actuales precios del alquiler, ni tan siquiera van a reducirlos.
Es necesario que desde la administración se garantice el derecho de los propietarios dispuestos a alquilar sus viviendas, de la misma manera que hay que establecer límites al rendimiento que de ellas puede obtenerse aprobando topes a los precios de los alquileres. No se puede pretender que desde la administración se garanticen unos derechos, sin que para ello se admita un control en sus márgenes de beneficios; del mismo modo que no se pueden establecer topes, sin garantizar los bienes de los propietarios.
Pero hasta ahora la triste realidad va por otro camino, cada uno se encierra en su propio castillo y no quieren darse cuenta que todos aquellos que no tienen un castillo en el que refugiarse, se ven obligados a malvivir en las peores condiciones. Mientras, los explotadores sin escrúpulos siguen haciendo su agosto, sin que nadie les frene y, nuestros representantes políticos siguen enzarzados en sus estériles trifulcas de partidos. En tanto unos sigan negando las iniciativas de los otros y viceversa, seguiremos año tras año soportando los golpes que recibimos. Y todo por la ineptitud de quienes tienen en sus manos la solución.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Periódico de Ibiza y Formentera
De momento no hay comentarios.