Archivo - Obras en la zona de Cas Mut.

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Seguía este martes el pleno del Parlament con cierta desidia (sí,a veces me canso) cuando, de repente, las palabras de Marga Prohens me llamaron la atención. La presidenta se defendía de la demagogia de Més per Mallorca, cuyo diputado, Lluís Apesteguía, le explicaba, con altas dosis de cinismo, que en las Islas hay 27 kilómetros cuadrados de suelo para construir y que eso permitiría levantar no sé cuántos miles de pisos. Ahora no tengo claro si fue él u otro el que también culpaba a los «especuladores» de que no haya suelos en el mercado porque los tienen retenidos. Same old story, aunque ellos son hoy, de hecho, parte del problema.

En mi mente, yo respondía a Apesteguía con palabras no publicables pero que quienes me conocen pueden imaginar. Y después habló la presidenta. Y entre blablabla y blablabla, le recordó al separatista que durante las dos legislaturas en las que apoyó al Govern de la socialista Armengol no se autorizaron proyectos para construir viviendas para residentes pero sí salieron adelante los permisos para 3.000 chalés de lujo y unas 90.000 licencias de alquiler vacional. La mare que els va a parir…

Mi mente, que el martes estaba más bien dispersa, se desplazó entonces hacia Cas Mut, esa montañita tan mona de la que hoy cuelgan apelotonadas numerosas mansiones (más por lo que cuestan que por lo que parecen). Y pensé que en Ibiza había sucedido lo mismo en el mismo periodo. Esos que tanto lloraban por la exclusión residencial y que se gastaron 400.000 euros en una encuesta que no ha servido de nada, también trabajaron a favor del cemento de lujo y en contra de los residentes de a pie. A favor de esos que Apesteguía y la izquierda vuelven a llamar ahora especuladores y en contra del ciudadano que, encima, les paga la fiesta. Mejor me callo