Dice un refrán muy español que la cara es el espejo del alma. Incluso, son muchos los expertos en comunicación los que aseguran que hay que tener mucho cuidado con nuestros gestos si no queremos desvelar lo que realmente estamos pensando o cual es nuestro estado de ánimo según las circunstancias. Y no les falta ni un ápice de razón si nos atenemos a lo que se vivió este jueves a medio día en la sede del Consell d’Eivissa, en la Avenida España de la ciudad de Ibiza, cuando el presidente Vicent Marí, se reunió con el ministro de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, Pablo Bustinduy, junto al conseller balear de Turismo, Cultura y Deportes Jaume Bauzá, para tratar posibles soluciones al problemón que tenemos con los alquileres turísticos ilegales.

En los momentos previos a la llegada del ministro, en la entrada, Marí estaba sonriente. Tranquilo. Se diría que hasta radiante. Charlaba con unos y con otros, relajado y de forma distendida, incluso haciendo alguna que otra broma. Una sensación que se transmitió a los pocos segundos de aparecer el ministro, cuando más allá de los protocolarios saludos, se notó enseguida que había una magnífica sintonía entre ellos a pesar de que cada uno pertenezca a formaciones políticas con formas muy distintas de entender el pasado, el presente y el futuro de España.

Incluso, después de que el presidente Vicent Marí soltara una pequeña «pulla» para agradecer «la primera visita de un ministro de Sumar al Consell d’Eivissa», buena parte de su intervención ante los medios de comunicación se centró en dedicar agradecimientos y buenas palabras para Bustinduy. Se notaba y se nota, que todos andan en la misma onda y están juntos y unidos en la lucha contra esta lacra que afecta a todos los sectores de la población, y con especial relevancia a lugares como Ibiza o Baleares. Y no hace falta ser muy listo para comprobar que, tanto Marí como Bauzá o el ministro, saben perfectamente de qué hablan, que controlan del tema como dirían los jóvenes, y que son conscientes de que «detrás de la proliferación y del lucro de algunos pocos especuladores están decenas de familias que no pueden acceder a un alquiler, jóvenes que no pueden emanciparse o parejas que se separan y no pueden rehacer su vida como es su derecho».

Todo lo contrario que hace unos meses, cuando en abril del año pasado también visitó la isla de Ibiza otro ministro del Gobierno de España. En este caso, fue la responsable de la cartera de Vivienda Isabel Rodríguez, y en su caso, empleó su tiempo ante los medios de comunicación que esperaron pacientemente su llegada con retraso al Palau de Congressos de Santa Eulària, para dar un mitin de algo más de cinco minutos y «lanzar un mensaje a la opinión pública» sobre lo que entonces era «el tema más importante» del que se hablaba en España y que no era otro que el plazo de reflexión que se tomó el presidente Pedro Sánchez para decidir si continuaba o no en el Gobierno de España.

Y es que, lejos de tratar temas de su ministerio, Rodríguez, delante de Vicent Marí y de la consellera balear de Vivienda Marta Díaz, no se cortó lo más mínimo y a los 80 segundos ya estaba diciendo públicamente «al presidente y a todos los españoles que merece la pena servir a España», en ensalzar los logros y la figura de Sánchez «porque destaca por su fuerza y energía y porque no descansa ni fines de semana, ni festivos, ni vacaciones», en apoyar a su mujer Begoña Gómez porque «es una gran profesional» y en arremeter directamente contra el principal líder de la oposición, Alberto Núñez Feijoo, al que acusó de basar su política de oposición «en el odio, la descalificación y la falta de propuestas».

Y todo ello, ante la cara descompuesta del presidente Vicent Marí y de la consellera balear Marta Díaz, quienes habían tenido además que aguantar que Rodríguez no hubiera tenido tiempo para reunirse con ellos, escuchar sus peticiones o analizar posibles soluciones para un problema como el de la vivienda que de verdad realmente afecta a tanta gente de Ibiza, Baleares y España en su día a día. Tanto que el presidente insular, siempre comedido en sus intervenciones, llegó a asegurar que aquella visita, el desplante y la intervención de la ministra de Vivienda, fueron «un insulto hacia los ibicencos».

Todo lo contrario que con la visita de Pablo Bustinduy. Ni malo ni bueno, sino tal vez una cuestión de prioridades, de afinidades, o de interés común si se trata de trabajar por el bien de los españoles, demostrando que se pueden dejar las ideologías a un lado. Y mientras, si tienen un rato, anímense a repasar las fotos de las intervenciones ante los medios del jueves 6 de febrero de este año y las del 24 de abril del 2024 para comprobar si la cara es o no el espejo del alma.