Imagen de archivo de dos jets privados en el aeropuerto de Ibiza. | Daniel Espinosa

Los aeropuertos son todos unos grandes incordios. Deberíamos crear la plataforma Tanquem es Codolar!. Cerremos el aeropuerto de Ibiza por completo, tanto para jets privados como para vuelos comerciales. Después de todo, si eliminamos el aeropuerto, eliminamos el problema. Sin aviones, no habrá más ruido que perturbe la paz de la isla, y el cielo volverá a ser un espacio tranquilo y despejado. Además, al cerrar el aeropuerto, nos deshacemos de esos molestos turistas que llegan en masa cada temporada. La isla recuperará su esencia original, sin la influencia de visitantes que, aunque aportan sus buenos duros a la economía local, arrasan con nuestros recursos naturales y saturan las infraestructuras. De hecho, ya ha habido movilizaciones en Ibiza pidiendo límites al turismo y a buen seguro que el mejor límite es acabar con el aeródromo de una vez por todas. Es verdad que esto significaría que los residentes y visitantes tendrían que adaptarse a viajar exclusivamente en barco; pero los ferris sólo molestan a los vecinos de Vila, que es el único puerto de la isla donde operan estos endemoniados buques que habría que obligar a viajar a vela, para que ni ellos siquiera causen molestias ni ruidos. Las travesías podrían convertirse en una experiencia única, donde los pasajeros disfruten del mar y lleguen a la isla silenciosa y pacíficamente. La conectividad se vería afectada, pero ¿acaso no es un pequeño precio a pagar por la tranquilidad y autenticidad que recuperaríamos? Además, podríamos aprovechar esta oportunidad para impulsar la economía local, fomentando la producción y el consumo de productos kilómetro cero, reduciendo así nuestra dependencia del exterior. Y si no basta lo que aquí se produce para satisfacer la demanda, volvamos a las cartillas de racionamiento. Y a comer algarrobas y peladuras de patata cocidas. Era mejor.