El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el stand de Paradores este viernes en Fitur. | Europa Press - Eduardo Parra

Esta semana hemos asistido a un nuevo episodio bochornoso en la política patria. La mayoría de parlamentarios en el Congreso de los Diputados tumbó el real decreto ley ‘ómnibus’ presentado por un Gobierno incapaz de encontrar quien apoye sus propuestas entre quienes le auparon al poder. Pedro Sánchez, incapaz de presentar los Presupuestos Generales del Estado en tiempo y forma como manda la Constitución en los dos últimos ejercicios, pretendía colar en un mismo decreto las ayudas para las zona afectadas por la DANA de octubre, la revalorización de las pensiones, las ayudas al transporte,    la cesión de un palacete de París al PNV o las ayudas para la reconstrucción de la isla de La Palma tras la erupción volcánica en 2021 o el ingreso mínimo vital. El voto en contra de Junts y PP a dicho decreto ha servido de coartada al Gobierno para echar la culpa a la oposición de su ineptitud a la hora de gobernar y llegar a acuerdos con sus propios socios. Hasta la presidenta del Congreso, Francina Armengol, se ha saltado su papel institucional para reñir al PP por no apoyar el decreto gubernamental. Ver para creer. Félix Bolaños, el ministro sanchista más aplicado, se ha apresurado en dirigirse a los pensionistas para alertarles de que si este año siguen cobrando lo mismo es por culpa del PP. Y que tengan esto en cuenta a la hora de ir a votar. Ya no cuela. Los ciudadanos ya han visto que el Gobierno de Pedro Sánchez sería capaz de cualquier cosa –quién sabe si ya están a punto de regalar Ceuta y Melilla a Marruecos– por mantenerse un solo minuto más en el poder. Mientras, el populacho continuamos con el agua al cuello para llegar a final de un mes de enero que parece no tener fin.