Nada queda de la España feliz, la que brindaba con Ramón García enfundado en su capa y cantaba villancicos en familia. La crispación se ha apoderado de todos los estratos sociales. Cada comentario y cada gesto son interpretado como una ofensa a una minoría. Los de la lengua más larga suelen tener mandíbula de cristal. Es agotador. Nos han metido la polarización política en cada recoveco de nuestra vida: en la comida, en la tele e incluso en la cama. No hay espacio para la inocencia y para el mero disfrute inocuo. Vivimos encorsetados en lo políticamente correcto y enfrentados porque ello beneficia ciertas estrategias geopolíticas. Con unos ciudadanos ofendiditos y frágiles, ahogados por la presión fiscal y la escasez de vivienda, tendremos súbditos dependientes de la acción de gobierno que fortalecerán el poder. Cuanta menos libertad económica y de expresión tengamos, más presos seremos de un Estado intervencionista, cuya agenda pretende flanquear los muros del último reducto de esperanza que nos queda: la familia. El Gobierno despliega sus tentáculos para prostituir cada institución del Estado y convertirla en una sucursal del partido. Con el pretexto de «que viene la ultraderecha» enmascaran la corrupción política y moral que nos ha envenenado. El Estado está al servicio del interés de un partido que nos necesita más pobres, menos libres y más dependientes de sus ayudas. Con ello nos meten en una dinámica y un marco mental en el que no cabe el futuro y el emprendimiento; incluso señalan los temas en torno a los que debe entretenerse la opinión pública. Conmigo o contra mí. No hay escala de grises. Los funcionarios son héroes y los empresarios unos explotadores. El efecto boomerang está al caer. Bienvenidos a un 2025 más Orwelliano.
En la sopa y en las uvas
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4 comentarios
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Neus BucBernardo,ya tiene una edad para estas cosas...
BaltasarGràcies per la seva preocupació, però la bossa ja la porto jo… plena de paciència per aguantar comentaris d’una profunditat intel·lectual tan admirable com el seu. Potser però sembla que vostè va lleuger de respecte i cervell. Potser el que li cal a vosté és una motxilla ben grossa per carregar amb el masclisme i la ignorància que arrossega. Això sí, no pateixi, que jo continuaré portant la bossa amb classe, i vostè… doncs amb les seves mancances, que pesen més.
Neus BucQue si quiere bolsa señora
Potser necessitem menys retòrica apocalíptica i més voluntat d’afrontar els problemes des d’una perspectiva realista i col·laborativa. El món és massa complex per reduir-lo a un joc de bons i dolents. La polarització política no és fruit exclusiu d’un Estat intervencionista, com insinua, sinó el resultat d’un entramat molt més gran on mitjans de comunicació, interessos econòmics i partits de tots els colors juguen un paper fonamental. Presentar-ho com una conspiració unidireccional no ajuda gens a entendre la realitat ni a buscar solucions. I li posaré un exemple del seu mateix article: Ni els funcionaris són herois ni els empresaris són explotadors per definició. Aquesta dicotomia crea una falsa confrontació que només serveix per perpetuar l’enfrontament entre classes socials, quan en realitat el problema és estructural i afecta tothom, independentment de la seva ocupació. PD: duc el meu senalló i no necessito bosses.