Los vecinos de Formentera se concentraron hace unos días para denunciar la parálisis del Consell ante la decisión de Llorenç Córdoba de seguir en la presidencia a pesar de no tener ni apoyos ni tampoco partido político que le respalde.
El caso de Córdoba es insólito seguramente en toda España y merece un estudio para las universidades de Ciencias Políticas por su capacidad de aguante y para estudiar cómo una sola persona y un conseller pueden teóricamente gobernar una institución. Como el ejemplo cunda (el de gobernar con dos personas) me temo que en las próximas elecciones los ciudadanos podrían ahorrarse mucho dinero en pagar sueldos de altos cargos.
Pero Formentera no está para bromas. La situación es realmente esperpéntica y lo peor es que no hay solución a medio y largo plazo. Los partidos que integran la coalición han decidido inhibirse y esperar que la legislatura acabe porque son incapaces de buscar un acuerdo para encontrar una alternativa a Córdoba.
De aquel intento de moción de censura de hace unos meses nadie se acuerda y no parece que haya más negociaciones para encontrar una alternativa a Córdoba. Lo peor es que les da absolutamente igual lo que digan los ciudadanos, que haya 300 personas que se concentren ante la institución para denunciar la parálisis institucional del Consell. De poco sirve decir que los portavoces comprenden el enfado de los ciudadanos, que la situación es preocupante, lamentable, y todos los adjetivos posibles, pero al final todo sigue igual. El gobierno del Consell sigue paralizado y con un equipo con un presidente y un conseller.
Los integrantes de Sa Unió, Gent per Formentera y PSOE deberían explicar cuándo volverán a reunirse para pactar una moción de censura. La crisis es tan grave que ya no va de personas. Da igual si ponen al último de la lista de cualquier candidatura. Es una situación de emergencia que merece una actuación con altura de miras y no se ve ni media iniciativa que vaya en esta línea.
También sorprende que el Gobierno central, que tiene competencias para hacerlo, no haya ordenado repetir las elecciones en Formentera. Hay casos similares de ayuntamientos donde se ordenó convocar nuevas elecciones, aunque Sánchez tiene tantos problemas ahora mismo que ni sabe lo que ocurre en Formentera.
Si todo sigue igual como ahora, sin gobierno ni reacciones políticas, el único culpable ya no será Llorenç Córdoba. Habrá que empezar a pensar en una moción de censura colectiva, o incluso disolver la institución y que las competencias se transfieran a otros políticos más responsables, capaces de dignificar la política y de entender el malestar de los ciudadanos.
Cuando se celebren las próximas elecciones en 2027 que los dirigentes políticos no se extrañen si la abstención es histórica. Lo realmente raro será que haya algún ciudadano de Formentera que quiera votar, pero lo que está claro es que harán falta muchos años para revertir esta legislatura tan vergonzosa. Y la historia les pondrá en el lugar que se merecen, como ocurre siempre en política.