Pueden decir en RTVE que Aldama es un presunto corrupto, un adjetivo que no han utilizado con ningún otro investigado, ni siquiera con la esposa de Sánchez, pero hay indicios de que la declaración del comisionista hay que tenerla muy en cuenta por muchos motivos.
La declaración más razonable sobre este escándalo ha sido del militante socialista Eduardo Madina. Decía que no le quiere dar credibilidad a la declaración de Aldama, pero admite que sí se creyó todo lo que dijo Bárcenas sobre el PP. Muchos militantes deben pensar como Madina, pero evidentemente no se atreven a decirlo. Les falta valentía y, sobre todo, coherencia.
Voy a exponer algunos motivos por los cuales hay que creerse a Aldama. En primer lugar, y por ello el juez lo ha excarcelado, porque su declaración supone asumir los delitos que se le imputan. Ha colaborado con la Justicia, que es precisamente lo que no hace poco reclamaba el Gobierno. Aldama busca reducir su condena, algo que prevé la ley, y ha negociado con la Fiscalía.
Hay hechos probados que permiten dar mucha credibilidad a una trama de corrupción mucho más grande. En primer lugar, Aldama consiguió más de 50 millones de contratos para transportar mascarillas con la ayuda a Koldo, el exasesor de Ábalos. Llamaba Koldo a los ministerios y a algunas comunidades autónomas (a Armengol la llamaba incluso cariño de forma amistosa) y los contratos se cerraban por la vía de urgencia, en un plis plas. Es llamativo que estos contratos no escandalicen a los escrupulosos dirigentes socialistas ibicencos, tan pulcros con el tema de Vicent Marí por el tema de ‘La vida Islados’ y tan comprensivos con las mascarillas defectuosas de Aldama y compañía. Por lo tanto, queda claro que Aldama tenía hilo directo con la administración y que mientras los ciudadanos estaban encerrados él se forraba con contratos públicos gracias a administraciones dirigidas por socialistas. Esto no es opinión. Son hechos contrastados.
También está probado que Aldama pagó a través de una empresa el alquiler del piso de la amiga de Ábalos en el centro de Madrid. Es aquella chica rubia que acompañaba al ministro a sus viajes oficiales previa tarifa de 1.500 euros por desplazamiento. Llamarla amiga es un apelativo simplemente generoso en este caso.
Además de los 80.000 euros que pagó por el piso de la amiga de Ábalos durante más de dos años, Aldama también sufragaba las vacaciones del exministro en un chalet de Cádiz. Otro hecho probado. El ministro puso una condición: que hubiese un piano para las prácticas de una de sus hijas. Otro hecho probado.
A partir de ahora se podrá descalificar la declaración de Aldama, dirá que puede mentir por su condición de investigado, pero esta trama apesta y es previsible que el comisionista tenga conversaciones grabadas, fotografías de los implicados en situaciones incómodas, además de todo lo que podrá investigar la UCO en los próximos meses.
Es llamativo que el partido que tenía que salvar a los españoles de la corrupción del PP de Rajoy se haya implicado en una trama tan cutre y que sus socios, tan dignos siempre, estén callados para no perder la silla en el Consejo de Ministros. Que este asunto va a acabar fatal es algo que puede ver todo aquel con sentido común y afortunadamente hay jueces, fiscales, policías y guardias civiles decentes capaces de defender esta maltrecha democracia española.
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