Si se puede sacar algo positivo de la tragedia de la Comunidad Valenciana es el papel de los alcaldes. Mientras el gobierno autonómico y el Central ponen excusas sobre su gestión, las alcaldesas y alcaldes se han puesto las botas para meterse en el fango junto a sus vecinos. Han pasado días sin dormir mientras se retiraban los vehículos repletos de barro de las calles.
Un alcalde difícilmente puede estar de comida durante cuatro horas mientras su municipio es arrasado por una torrentada. Tampoco puede abandonar una visita por el simple hecho de que algunos vecinos puedan increparles. Ellos tienen que estar siempre al pie del cañón resolviendo los problemas de sus vecinos porque se los encuentran a diario en las calles, en los bares o en la propia puerta del Ayuntamiento.
Un alcalde no puede dar la culpa a otra administración. Si lo que quiere es resolver el problema sabe perfectamente que no puede ponerse en contra a un gobierno autonómico o al Gobierno central. Todas las gestiones deben hacerse desde la concordia para que lleguen las soluciones lo antes posible.
Durante toda la tragedia valenciana han aparecido alcaldes en los medios de comunicación y resultaba imposible saber a qué partido pertenecían. Explicaban el drama que vivían sus vecinos y decían que algunos problemas ya se habían advertido desde hace tiempo.
Incluso la manipuladora y sectaria RTVE intentó que la alcaldesa de Paiporta acusase a la extrema derecha de estar detrás de los falsos ataques de la ultraderecha contra Sánchez el día de la visita de los Reyes a la zona 0. Fue inútil. A pesar de pertenecer al PSOE, la alcaldesa evitó la polémica. Buscar enfrentamientos con la extrema derecha o la derecha extrema era un simple anécdota mientras cientos de sus vecinos se habían quedado sin casas. O habían muerto.
Los alcaldes son en estos tiempos de los pocos políticos que dignifican la actividad política. Su único objetivo es resolver problemas de sus vecinos, no crearlos. Saben que o lo hacen o no vuelven a ser elegidos. Tienen muy claro que si dan la culpa a otras administraciones y todo sigue igual a las siguientes elecciones los vecinos los envían a la oposición.
El alcalde que cierra las puertas de su despacho y no escucha a los vecinos no tiene ningún futuro. El que actúa como si fuera un gran estadista sin pisar el territorio que gobierna tiene fecha de caducidad en el cargo y no hace falta citar ejemplos muy próximos a los ibicencos.
Cualquier político con aspiraciones debería haber sido alcalde de su propio pueblo. Es la mejor manera de entender cómo la gestión útil es la única que importa y la que necesitan los ciudadanos en momentos en que la actividad política está totalmente desprestigiada. Lo que ha ocurrido en Comunidad Valenciana es algo más que una tragedia climatológica. Es un aviso de hacia dónde debería girar a clase política. Con copiar a los alcaldes sería suficiente.
1 comentario
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Ayayayay....Que un des vostres l'ha feta grossa i no ho voleu reconèixer. Clar que era difícil esperar una altra cosa si pensam amb el Prestige, el Yak 42, el metro de València, Atocha...Sempre és millor anar donant saltets quan son es nostres es que no serveixen per defensar s'interès comú i de tots....