El presidente del gobierno, Pedro Sánchez (3i) junto al presidente de la Generalidad de Cataluña, Salvador Illa(1d) y el presidente de Prisa, Joseph Oughourlian(2i). | David Zorrakino - Europa Press

El conflicto entre Pedro Sánchez y Isabel Díaz Ayuso ha llegado a niveles grotescos. La insistencia del PSOE en pedir la dimisión de la presidenta de la Comunidad de Madrid, acusándola de beneficiarse de la relación sentimental con un supuesto delincuente, es una muestra de la desvergüenza política a la que ha llegado el Gobierno de Sánchez. Su cinismo es impresionante, sobre todo cuando en su propia casa se acumulan los casos de corrupción. ¿Cómo es posible que se atrevan a señalar a Ayuso mientras el hermano y la esposa del presidente están bajo investigación judicial por delitos graves? Pedro Sánchez, especialista en maniobras y pactos turbios, se ha especializado en el ataque personal como herramienta política. El hecho de que su equipo haya decidido atacar a Ayuso no por su gestión, sino por su vida privada, evidencia su falta de ética y su carencia de escrúpulos. La izquierda se ha lanzado a pedir su dimisión, no por un acto corrupto propio, sino por algo que hizo su pareja sentimental mucho antes de que ambos se conocieran. Lo más sorprendente es que el PSOE se atreva a lanzar esta ofensiva moralista cuando tiene sus propios escándalos de corrupción que gestionar. La estrategia es clara: destruir la reputación de Ayuso, una líder fuerte dentro del Partido Popular, y desviar la atención de los problemas del propio Gobierno. Desde la moción de censura que llevó a Sánchez al poder, su política ha estado marcada por el uso de escándalos para atacar a sus opositores. Pero en este caso, la hipocresía es tan evidente que resulta insultante para la inteligencia de los ciudadanos. Sánchez debería preocuparse más por limpiar su propia casa antes de señalar a los demás. Acusar a Ayuso de corrupción por su vida sentimental, mientras la familia del presidente está bajo investigación judicial, es un ejercicio de desvergüenza política sin precedentes.