Celebración de un pleno en el Parlament Balear. | Europa Press - Tomàs Moyà

La diputada de Unidas Podemos, Cristina Gómez, criticó duramente a la presidenta del Govern, Marga Prohens, el pasado martes, en la sesión parlamentaria de control al Govern, a cuenta del desalojo judicial de Can Rova. «¿Cómo qué le importan las familias de Can Rova, de uno a diez?», le espetó de entrada la única diputada de la formación morada, que la legislatura pasada integraba el Govern junto a PSOE y Més per Mallorca y tras las elecciones de mayo de 2023, no puede ni siquiera formar un Grupo Parlamentario propio y debe estar en el Grupo Mixto. Prohens le respondió que «Can Rova es el resultado de ocho años de políticas fracasadas de acceso a la vivienda en Baleares, un drama». Gómez siguió como si nada con sus acusaciones demagógicas y profundamente populistas, como si su partido no hubiese tenido responsabilidades de gobierno durante la segunda legislatura de la presidenta Francina Armengol. Como si se hubiese llegado a esta situación límite por arte de magia o por la acción del Govern del PP, que en Baleares gobierna desde hace poco más de un año. Prohens defendió la gestión del Ajuntament de Santa Eulària y del Consell d’Eivissa, diciendo que se habían puesto todos los recursos existentes a disposición de las familias en situación de vulnerabilidad. Y reveló que se tramita un expediente sancionador contra el propietario que arrendaba de mala forma el solar. Se habla de una multa de cerca de un millón de euros por aprovecharse de la necesidad ajena. Pero Gómez elevó el tono para acusar a Prohens de «provocar violencia institucional» y al Ajuntament de Santa Eulària de carecer de «un mínimo de humanidad». Claro, son todos del PP. Prohens lamentó que la histriónica diputada hiciese «un uso partidista, demagógico y político de una situación que es dramática». No han hecho otra cosa desde que nacieron como partido. Suerte que pronto desaparecerán.